Cuando una amiga se va...
Pensamos que a medida que nos hacemos mayores aceptamos la muerte como algo natural, que estamos preparados para recibir la triste noticia de la muerte de alguien a quien aprendimos a querer a través del tiempo, ya sea porque nos parece amable, cariñosa y de quien hemos aprendido muchas cosas, o sencillamente la conoces y ya la quieres; pero no es así. El 13 de octubre recibimos la triste noticia de la muerte de nuestra querida amiga Aída de Reyes, una de nuestras mentoras en el Grupo de Oración María Mazarello, de Casa de Oración, igual que lo hace Regina de Rivera y Silvia Selman. En la última reunión que nos acompañó era ella la que nos consolaba por nuestra preocupación por su salud, y nos dijo: “Yo estoy lista para cuando Dios me llame”. Las personas que tuvieron el privilegio, como nosotras, de conocer y ser amigas de Aída sabemos que ella fue una persona realmente especial. Con sus 83 años tenía una memoria increíble, recordaba fechas y eventos de una manera envidiable, sirvió a muchas personas de forma desinteresada sin esperar nada a cambio. Maestra de generaciones, amiga entrañable, madre y abuela ejemplar, excelente esposa de don Santos, su inseparable esposo, sirvió en el Movimiento Familiar Cristiano en Cursillos de cristiandad y fue una de las fundadoras del Templo Católico El Buen Pastor. En el Seminario Menor seguramente la extrañarán muchísimo, igual que sus hermanas del Grupo de Oración, Silvia, Regina, Nela, Lolita, Alba Luz, María, María Elena, Inesita, Paula y la que escribe. En el cielo la recibirán las hermanas que se nos adelantaron: Viviana, Jenny, Maura, Suyapa y Carmen. Nuestro más sentido pésame a toda la familia. La extrañaremos mucho, querida doña Aída, que Dios junto con Nuestra Santa Madre, la Virgen Santísima, la tomen de la mano. Un beso con todo nuestro amor hasta el cielo. ¡Descanse en Paz!