Diario La Prensa

SERIE ESPECIAL

Riesgo Dejó unos 9,086 muertos en la región. En Honduras, 5,677 (62% de todas las víctimas). Dos décadas después, el país sigue igual de vulnerable.

- Redacción Juan caRlos RiveRa, la PRensa FotogRaFía­s aFP, YosePh amaYa, melvin cubas, FRanklin muñoz, aRchivo lP

Un día como hoy 22 de octubre, pero de 1998, se formó el huracán más mortífero de los últimos 200 años en el Atlántico: el Mitch. Al cumplirse 20 años de aquella tragedia, LA PRENSA publica desde este día una producción que, además de la documentac­ión, incluye una valiosa recopilaci­ón fotográfic­a y una comparació­n de escenas hecha por primera vez por un medio de comunicaci­ón en una serie que se podrá leer en cinco entregas, del lunes 22 al viernes 26 de octubre.

Muy lejos de Tegucigalp­a, a unos 8,903 kilómetros de distancia, exactament­e en las aguas cálidas del mar de Costa de Marfil (África), comenzó a gestarse (entre el 8 y 9 de octubre de 1998) una onda tropical que, con el transcurri­r de los días, se convirtió en una tormenta y finalmente (24 de octubre) en un poderoso y catastrófi­co huracán.

Con vientos de más de 250 kilómetros por hora y con lluvias que descargaro­n hasta 35.89 pulgadas, el Mit ch se aproximó el 27 de octubre a Islas de la Bahía y, durante tres días y tres noches (27, 28, 29 de octubre), se mantuvo estacionar­io haciendo estragos.

“Se ensaña Mitch”, anunció Diario LA PRENSA en su portada del 28 de octubre, yen la misma plana advirtió que “Guanaja y la costa norte de Roatán (estaban) arrasadas”.

Veinte años después, Ivan Moore, habitante de Mangrove Bight, Guanaja, evoca los momentos dramáticos y relata ante LA PRENSA que “el Mitch desató vientos de una fuerza exagerada y olas muy altas”.

“La isla quedó devastada. Luego del huracán, los primeros pilotos que empezaron a sobrevolar dijeron que tuvieron que pasar tres o cuatro veces. La destrucció­n era tan grande que no reconocían a Guanaja”, dice.

La noche del 28 de octubre, a 62.9 kilómetros deMangrove­Bight, muchos habitantes de Santa Rosa de Aguán, Colón, intentaron escapar de la muerte y otros, entre la estupefacc­ión y el terror, observaron cómo familiares, amistades y sus viviendas eran succionada­s por las aguas del río Aguán.

“Mi hijo se ahogó cuando rescataba a unas personas de una casa que había quedado en medio del agua”, dice Jeffrey Bowman, esposo de Silvia Beatriz, vicealcald­esa del municipio en el momento de la tragedia.

El profesor Larry (de 20 años) hijo de Jeffrey y Silvia, desapareci­ó con más de 37 personas en el mar instantes después de ser arrastrado­s por el río que, desde entonces, mantiene más aislado a Santa Rosa de Aguán.

Mitch, categoría 5 (el más intenso en la escala Saffir-Simpson), después de tocar tierra en Colón y Atlántida, se movió lentamente hacia el sur (con dirección a Tegucigalp­a) y el 29 se degradó a tormenta tropical. El 31 dejó el país trasmutado en depresión.

Pero al cruzar el territorio, el impetuoso ciclón desbordó los ríos Aguán,C ha me lecón,Ulúa, Choluteca, Texíguatyo­t rosque inundaron comunidad es enteras, plantacion­es agrícolas; destruyero­n 92 puentes y“devoraron” carreteras.

Los capitalino­s, quienes jamás sospecharo­n que serían golpeados, experiment­aron momentos aterradore­s cuando el Choluteca inundó La Hoy a, El Jazmín, El Edén y otros barrios. En Tegucigalp­a murieron más de 130 personas, según la Comisión Permanente de Contingenc­ias (Copeco), entre ellos, el alcalde César Castellano­s. A unos 108 kilómetros al sur, ese mismo río, al encontrars­e con el Texíguat arrasó a Morolica.

“Nuestro pueblo tenía más de 100 años y jamás habíamos visto una tragedia tan grande como esa”, dice Ramón Adalberto Espinal, exalcalde de ese municipio.

En el valle de Sula, los ríos Chamelecón y Ulúa anegaron las zonas bajas de Choloma, El Progreso, Puerto Cortés, San Pedro Sula y La Lima, incluso, inundaron el aeropuerto.

“Cuando sucedió el Mitch yo tenía 29 años. Todo el pueblo se inundó. Muchagente tuvoque salir en lanchas y otras personas estuvieron en los techos”, recuerda Alba Medina, comerciant­e de Baracoa, aldea de Puerto Cortés.

En 2018, los hondureños desconocen la cifra exacta de las víctimas. Sin embargo, el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, en un informe revisado en mayo 2000, consignó 5,677 muertos.

Con esa cifra, Honduras encabezó la lista de países con más pérdidas humanas. En toda la región (Centroamér­ica, México y Estados Unidos) murieron 9,086. Para el Centro Nacional de Huracanes, “esto hace a Mitch uno de los ci-

clones tropicales más mortíferos (...), solo por debajo del gran huracán de 1780 en las Antillas Menores, comparable con el de Galveston de 1900, y el huracán Fifí de 1974”.

Durante 20 años. A causa de Mitch, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), “la actividad económica registró un retroceso de 2%. La contracció­n se concentró en el sector agropecuar­io, en especial en la producción de banano”.

El producto interno bruto (PIB), que creció en 1997 (5%), se redujo en 1998 (3.9%) y cayó a una posición negativa en 1999 (-2%).

En 1999, el Banco Central de Honduras (BCH) contabiliz­ó una deuda externa pública de $4,240.3 millones con organismos multilater­ales y acreedores bilaterale­s( España, Estados Unidos, Italia, Japón y otros países). En medio de la destrucció­n, el Gobierno de Carlos Flores (1998-2002) comenzó cabildeos con el Fondo Monetario Internacio­nal( F MI) y Banco Mundial (BM) con el objetivo de entrar a la Iniciativa de Países Pobres Altamente Endeudados (HIPC).

En marzo de 2005, durante la administra­ción de Ricardo Maduro (2002-2006), el FMI anunció que Honduras, luego de reducir la pobreza extrema de 49% (2000) a 44.6% (2004), se convirtió en “elegible” para ser beneficiad­o con una condonació­n parcial de la deuda por medio de la HIPC.

En los años siguientes, los acreedores le perdonaron parte del saldo y en 2007 registró la deuda más baja de la historia ($1,853 millones). Más tarde, los nuevos Gobiernos la elevaron a $7,068.3 (hasta agosto de 2018, según el BCH).

Pese a que lograron la condonació­n a la sombra del Mitch y con una balanza de pagos menos presionada (con amortizaci­ones de capital e intereses inferiores), los Gobiernos no invirtiero­n en infraestru­ctura para mermar la vulnerabil­idad del país y reducir el riesgo catastrófi­co frente a amenazas naturales.

La administra­ción Maduro es la excepción. Para proteger a La Lima y parte de San Pedro Sula construyó en Cortés el Canal Maya (evacua más de 750 metros cúbicos de agua por segundo cuando el río Chamelecón crece).

Aunque había un contrato firmado con la empresa brasileña Odebrecht, los últimos Gobiernos no lograron edificar las represas Los Llanitos y Jicatuyo en el río Ulúa con las cuales reducirían las inundacion­es en el valle de Sula.

Esperando un huracán.

En Pespire, sentado en una acera, desde donde observa su vivienda, José Pascual Amador (de 92 años) piensa que tarde o temprano “va a llegar otro Mitch y no estamos preparados”.

“Aquí resultó afectada la parte baja del pueblo. La casa mía solo tuvo problemas en una pared”, dice. “He vivido varias llenas. Se dan cada cierto tiempo. Hace 20 años sucedió el Mitch ahora hay que esperar otro huracán”, relata.

Cada 20 años y 5 meses, en promedio, un fenómeno atmosféric­o ha provocado grandes inundacion­es: en 1916 (en Ocotepeque), 1935 (en zona norte), 1954 (huracán Ana afectó a La Lima), 1974 (Fifí a Choloma) y 1998 (Mitch).

Marlon Escoto, delegado presidenci­al del Cambio Climático, cree que Honduras puede ser embestido por otro huracán en cualquier momento. “Estamos entre los tres países más vulnerable­s frente al cambio climático causado por el calentamie­nto global”, argumenta.

Este mes, el Grupo In ter gubernamen­tal de Expertos sobre el Cambio C limá tic o(IPCC) advirtió que los países deben reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) para que el calentamie­nto global llegue a 1.5 grados Celsius y no a 2 grados en 2030.

En los próximos años, en la medida que se incremente la temperatur­a de la superficie del mar, según expertos del IPCC, aumentarán las probabilid­ades de formación de más huracanes categoría 5, como el Mitch.

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