Sueño americano o pesadilla catracha
El hondureño al igual que los hermanos centroamericanos, especialmente de Nicaragua, El Salvador y Guatemala, es innegable que a lo largo de la historia contemporánea luego de sendas guerras civiles que se dieron en la década de los ochentas han tenido la necesidad de emigrar hacia el norte en la búsqueda de mejores oportunidades de vida. En ese sentido debemos reconocer entonces que esta problemática social data desde hace muchos años. Sin embargo, también debemos decir que la solución a este fenómeno no se ha contemplado ni siquiera en los planes de gobierno y que yo recuerde desde que retornamos a la vida democrática, especialmente en Honduras, tampoco ha sido un tema del cual se debata durante las campañas electorales. En pocas palabras, nos acomodamos a la idea de que nuestro compatriota emigre o muera en su intento. Ya se nos olvidaron aquellas masacres a cientos de ellos en México, país que no ha suscrito importantes convenios sobre los derechos humanos, precisamente, porque su territorio es necesariamente utilizado y violada su soberanía casi a diario por miles de emigrantes que pretenden llegar a la tierra del Tío Sam. Este año, 2018, sin duda que lo recordaremos por este capítulo triste pero real en el que obligados por las faltas de oportunidades (ya sea por engaño o por intereses políticos) miles de hondureños con valor emprendieron una ruta para buscar una luz que ilumine su futuro y en la cual puedan acceder a una vida mejor. El problema después que no alcancen su objetivo no solo seguirá allí, sino que será más grave, pues retornarán más frustrados luego de buscar su sueño americano y regresarán a sus lugares de origen para seguir viviendo la pesadilla catracha.