Una contaminación con sello humano
Roatán encanta con sus playas de arena blanca y aguas cristalinas, en las que se puede bucear entre anguilas, nadar con delfines, observar ballenas, surfear o visitar cavernas. El lado feo de la moneda es que la insensatez humana la ha convertido en “una isla de basura” por la gran cantidad de desperdicios lanzados al mar, en perjuicio de la rica fauna marina y los arrecifes coralinos, su principal atractivo. Afortunadamente está acudiendo a su rescate un hombre de negocios israelí conmovido por imágenes de este desastre ecológico.
Daniel Birnbaum adquirió una embarcación con un adaptador para recolectar desechos de plástico que flotan en el mar. La epidemia de la basura de plástico está llegando a niveles alarmantes, no solamente a Islas de la Bahía, sino también a importantes puertos, especialmente del Atlántico. Aparte de una embarcación como la del señor Birnbaum se necesita mayor conciencia de prevención entre las empresas y personas, pues esta contaminación tiene el sello del ser humano.