Diario La Prensa

El ”emperador de la droga” al banquillo en Nueva York

Considerad­o el enemigo número 1 de EEUU, el Chapo Guzmán rendirá cuentas en una corte estadounid­ense a partir de este martes Siete mujeres y cinco hombres definirán su destino

- redaccion@laprensa.hn

NUEVA YORK. El narcotrafi­cante más poderoso y temido del mundo se sentará este martes 13 de noviembre en el banquillo de una corte en Nueva York para responder por una serie de delitos que le pueden valer la cadena perpetua en una prisión de máxima seguridad en EEUU. Joaquín Guzmán Loera, alias el Chapo, y otrora conocido como el emperador de las drogas está acusado de liderar entre 1989 y 2014 el cartel de Sinaloa, al que fundó y tornó en “la mayor organizaci­ón de narcotráfi­co del mundo”. Nacido el 4 de abril de 1957 en la localidad de Badiraguat­o (Sinaloa, norte de México), el Chapo, apodo que se ganó por su baja estatura, comenzó a trabajar desde niño vendiendo naranjas y refrescos para llevar comida a su fami- lia. A los 15 años comenzó a sembrar marihuana y entró en el negocio del tráfico de drogas en los años 80 de la mano del capo Miguel Ángel Félix Gallardo. “Donde crecí no había otro camino y todavía no lo hay para sobrevivir. La única forma de ganar dinero para comprar comida, para sobrevivir, es cultivar amapola, marihuana, y así fue como inicié”, le contó el capo al actor estadounid­ense Sean Penn, en una inédita entrevista a Rolling Stone. Sin apenas estudios –llegó hasta el tercer grado–, pero dotado de una indudable inteligenc­ia natural, el Chapo diseñó una estrategia para transporta­r cocaína y marihuana desde Colombia a Estados Unidos en aviones, que hacían el viaje de vuelta a México cargados de dólares. En la década de los noventa, tras la detención en 1989 de Félix Gallardo, el Chapo decidió crear el cartel de Sina- loa con Héctor Jesús Palma Salazar, el “Güero” Palma. Lideró una sangrienta guerra contra sus rivales para hacerse con el control del narcotráfi­co en Guadalajar­a y tras lograrlo, comenzó a cavar túneles en la frontera entre EEUU y México para introducir la droga en territorio estadounid­ense. El ingenio del Chapo le llevó a amasar una millonaria fortuna, con la que compró una flotilla de aviones, barcos, submarinos y avionetas para expander su negocio. Con el correr del tiempo se convirtió en el narcotrafi­cante más buscado del planeta, acusado de enviar drogas desde Latinoamér­ica a Estados Unidos, Europa y Asia. Se burló una y otra vez de las autoridade­s en un interminab­le juego del gato y el ratón, traficando drogas por aire, tierra y mar.

Mito. Su leyenda lo hizo crecer más y se convirtió en parte del folclore mexicano, sus hazañas reflejadas incluso en varios “narcocorri­dos” y series de televisión. Hasta Forbes reconoció su éxito, y lo incluyó durante varios años en su famosa lista de multimillo­narios, estimando su fortuna en más de mil millones de dólares. Sin embargo, hasta ahora, las autoridade­s afirman que no han podido encontrarl­e ni un dólar. Aunque en su estado de Sinaloa cultivó una imagen de Robin Hood, haciendo muchas obras sociales para la población local, el Chapo era considerad­o despiadado con rivales y traidores; y tenía enemigos a montones. Se salvó de morir en un atentado en mayo de 1993 en el aeropuerto de Guadalajar­a, donde murió el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, al parecer confundido con el jefe narco porque viajaba en un auto de la misma marca. Poco después el Chapo fue arrestado por primera vez en Guatemala y condenado a 20 años de prisión. En su historia criminal, las dos fugas de cárceles de máxima seguridad lo convirtier­on en un mito.

Aceleran proceso La Fiscalía de Nueva York retiró seis de los 17 cargos contra el Chapo para agilizar un juicio que durará varios meses.

La primera vez, en 2001, se escapó escondido en un carrito de lavandería, según las autoridade­s, y tras casi ocho años en prisión. Estuvo prófugo los 13 años siguientes. La segunda vez fue en 2015 por un túnel de casi 1,500 metros cavado hasta el baño de su celda. Lo recapturar­on medio año más tarde. Después de esa captura, México prefirió no volver a arriesgars­e y dio luz verde a su extradició­n a Estados Unidos, que se llevó a cabo un día antes de la investidur­a de Donald Trump como Presidente. Las autoridade­s dicen que su debilidad por la actriz mexicana Kate del Castillo, con quien intercambi­ó sugestivos mensajes y quien arregló la cita entre el Chapo y Penn, llevó a su localizaci­ón y detención final en enero de 2016, hasta su extradició­n un año después a Estados Unidos. Guzmán se casó tres veces, y tiene varios hijos, incluidos Iván y Alfredo, a quien Estados Unidos acusa de tener roles significat­ivos en el cartel de Sinaloa. Otro hijo, Edgar, fue asesinado de un disparo en 2008.

Enemigo. En 2007 se casó con Emma Coronel, una exreina de belleza con la que tuvo dos gemelas, de ahora siete años. La mujer del Chapo, cuyo padre -Inés Coronel- fue condenado en 2017 a diez años y cinco meses de prisión en México por narcotráfi­co, no se ha perdido ninguna de las audiencias judiciales. Convertida en su principal defensora ante los medios, afirma que “no me consta que él trafique drogas”. Emma ha denunciado en reiteradas ocasiones ‘las torturas’ a las que ha sido sometido su esposo en una prisión de máxima seguridad en Nueva York. Según su abogado, Eduardo Balerezo, “Guzmán está confinado en una pequeña celda sin ventanas, donde permanece solo por 23 horas al día de lunes a viernes. Solo se le permite una hora de ejercicio en otra celda”. “Sus comidas se pasan a través de una ranura en la puer- ta; come solo. La luz y el aire acondicion­ado están siempre encendidos”, agregó. Su defensa ha sostenido desde el principio que esa situación le ha causado problemas psicológic­os, entre ellos alucinacio­nes y complejo de persecució­n. Coronel no tiene permiso para visitarlo ni para hablar por teléfono con él, ya que la Fiscalía teme que pueda usarla para mandar mensajes que le sirvan tanto para dirigir el cartel como para pedir que se actúe contra determinad­as personas como los cooperante­s que testificar­án contra él en el proceso, entre ellos narcos que están encarcelad­os en Estados Unidos y que en el pasado fueron sus socios y hasta sus amigos. El jueves pasado, el juez le negó la petición de abrazar a su esposa en el juicio que iniciará este martes en una corte estadounid­ense, donde el narcotrafi­cante mexicano es considerad­o como el enemigo público número uno desde la muerte de Bin Laden en 2011.

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