Furia y medidores
Los medidores de la furia fue el tema del trabajo periodístico presentado la semana pasada en la sección Apertura de LA PRENSA en el que hablan los ciudadanos y la Empresa Energía Honduras (EEH), hacia la que se dirigen y recaen las abundantes quejas de los abonados que, con factura en la mano, muestran la nueva cantidad mensual, resultado final con especificaciones de consumo, alumbrado público, comercialización, regulación y para no pocos el temoroso vocablo, financiamiento. Al final, la suma total, y es ahí donde se ponen los pelos de punta y comienza a trabajar el mundo interno que se multiplica con la recomendación, no hay de otra, arreglo de pago. ¿Se paga más? ¿Se ajusta la factura al consumo real y los cobros colaterales o es fundamentada la apreciación generalizada de que hay gato encerrado? Si es fundamentada habrá que indagar y si no hay motivo para ello la empresa deberá deshacer ese “entuerto”, pero mientras tanto crece el descontento y aumenta la furia, pues aquello de la reducción de pérdidas es sinónimo de ajustes que la Comisión Reguladora de Energía Eléctrica “tira la piedra y esconde la mano”, pues a la tarifa del consumo, con la que se incrementa también el pago del alumbrado público, se aplica un aumento propio a este último ya favorecido por la cifra mayor del consumo. “Los nuevos medidores no marcan un kilovatio más”, reacciona una fuente calificada y autorizada de la EEH. Medir, medirán, pero a qué velocidad va la ruedita, ya no es ruedita, sino los números que aparecen en la diminuta pantalla. El misterio está en la regulación, “observada” en la sala de control en donde se fija el resultado final cada mes. De que va, va, es la orden del día en la concesionaria que tiene previsto la instalación de cerca de 100 mil medidores digitales en San Pedro Sula por medio de empresas contratadas. Ojalá, para evitar males mayores, la EEH se gane la confianza de los abonados con un servicio de calidad, sin cortes ni altibajos, con pagos ajustados al consumo real y con la disminución sustancial del hurto de energía, de manera que tanto las pérdidas técnicas o por robo no pasen a los abonados que están con sus pagos al día, como costo del servicio proporcionado. Los cambios a la brava no son buenos porque conducen a reacciones similares, por lo que habrá que utilizar el diálogo, ya se ha hecho en algunos lugares, y la transparencia con explicaciones oportunas sin la retórica de la publicidad o propaganda manipuladoras. El servicio hay que pagarlo, no solo los particulares o las empresas, también las instituciones del Gobierno que para eso tienen presupuesto, y organizaciones aunque se califiquen de humanitarias. ¿Está preparada la EEH para hacer bien su parte? La respuesta, en el futuro cercano.