No llegarán al plato
Nunca es tarde si la dicha es buena, enseña la sabiduría popular, y tras los numerosos y seguidos golpes en el precio del petróleo llega un alivio que proporcionará un gran respiro a las finanzas nacionales y la economía familiar. Claro, la caída de la cotización del petróleo no se reflejará en el costo de vida, puesto que lo que sube, transporte, alimentación, servicios públicos no baja. Sin embargo, la noticia de que los inventarios de crudo suben es sumamente positiva para Honduras, importador neto de los productos derivados del petróleo. “Los precios del crudo deberían estar mucho más bajos con base en la oferta”, publicaba el presidente Trump en Twitter, reaccionando el mercado de inmediato no solo ante el temor a la caída de la demanda el próximo año, sino al aumento en la producción de Rusia, Arabia Saudita y Estados Unidos en un mayor encaje en el mercado internacional por la reanudación de las sanciones a Irán, de manera que el suministro supera el consumo, generando entre los productores el temor a una gran abundancia que desplome los precios. Lo que sea, será, y no tendremos arte ni parte en los precios, pero sí en el uso racional de los derivados del petróleo, cuya caída favorece las reservas, pero más se beneficiarían los recursos del Estado con la disminución generalizada del consumo de los derivados del petróleo. Ni cuando llegaron los límites a superar, muy por encima, los 100 dólares se redujeron las importaciones de los derivados, y así a menor precio, mayor consumo, más importación y, por tanto, más alta la cuenta final. Habrá que aprovechar no para mayor consumo, sí para aumentar la productividad, esta bonanza en la compra, pues la volatilidad del mercado petrolero es tan alta que las previsiones para los primeros meses del próximo año marcan otra dirección anunciada ya por Arabia Saudita, el gran productor y exportador de la Opep, al señalar recortes, a los que se suma Rusia. No es que queramos empañar la alegría, sino apelar al pragmatismo para no engañarnos con aumento en el consumo y seguir con la soga al cuello, cuyo nudo no tardará en volver a zocar, pero “que no suba el precio del petróleo ya es bueno”. Aunque es deseable ver reflejado el mercado petrolero en la canasta básica, como cuando apunta arriba, sería un “milagro”, pero por lo menos que no se aproveche la temporada para dar los toquecitos a la mayor capacidad de adquisición, con el aguinaldo. Hay bajas en el mercado petrolero, pero no llegarán al plato.