Diario La Prensa

¿Qué percibes?

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En medio del agente decido quedarme callada. Debo confesar que eso mecuesta mucho, pues mi primer impulso es opinar. Las versiones tan diferentes y distantes sobre un mismo asunto parecen una pequeña muestra del escenario nacional. Ellos opinan sobre la realidad del país, pero cada situación puede ser otra, vista desde perspectiv­as que poco tienen en común. No sé porqué la gente se va–decía alguien, opinan do sobre la caravana de migrantes- si aquí las cosas no están tan mal. Otro más argumentab­a: y cómo no querer partir, si aquí es tan difícil encontrar un empleo y los salarios cada vez alcanzan menos. Cada quien seguía con su propia versión, acompañánd­ose, pero sin escuchar. Única mentese oían, quizás como un acto profundo de compasión humana o talvez, como simple catarsis. No interesa la realidad vista por otros ojos, desde historias y experienci­as distintas; tampoco parece que importe ya convencer, sino únicamente soltar esas percepcion­es y darles forma de verdad absoluta, a fuerza de repetir las. Esa escena es muy com ún, quizás más de lo que pensamos. Aveces en conversaci­ones, otras en redes sociales en las que algunos se esconden detrás de perfiles falsos; otras más en medios de comunicaci­ón masiva. Todas las versiones parecen ser verdad esa medias, porque Honduras no es un solo país, sino diversas versiones de él, tan compleja s como el papel que a cada quien le correspond­e en este gran cuento. Las versiones oficiales tienen esa suerte de ser las menos aceptadas. Pero hay muchas otras más que va rían de acuerdo con la realidad socio económica de sus protagonis­tas. La cohesión social, entendida como el deseo de un grupo poblaciona­l de permanecer unido, no ha sido una caracterís­tica sobresalie­nte de los hondureños, mucho menos ahora. No podemos pretender que la vida de miles que se encuentran sumidos en la pobreza se apercibida por los grupos poblaciona­les más favorecido­s del amism amanera .¿ Y los que no son pobres, pero tampoco llegana ser ricos? El país también les pertenece, aun que hoy por hoy asumamos que constituye­n una minoría cada vez más reducida. Hay muchas Honduras, no solamente la de aquí y la de allá que se ha convertido en una división para la posteridad, sino como muchas variacione­s del mismo tema .¿ Es bueno o es maloquea sí sea? Puede ser bueno si nos lleva a una visión compartida, a desarrolla­r empatía, a comprender nos mejor para buscar soluciones integrales para muchos de los problemas que nos aquejan de diferentes maneras. Es malo cuando lejos de construir arrasamos con la posibilida­d de entenderno­s, cuando los argumentos ceden ante los ataques irracional es, cuando defendemos posiciones inamovible­s, aún a sabiendas que solo logramos agrandar las diferencia­s, abrir heridas, atizar el fuego del rencor. Es mal ísimo cuando fortalecem­os la cultura dela desconfian­za, de la especulaci­ón, en la que nadie cree en las institucio­nes que deberían dar soporte ala débil democracia; cuando la sospecha pesa más que las certezas. También es peligroso, porque la falta de consensos mínimos genera inmovilida­d, en un mundo dinámico; porque desperdici­amos algo más que energías y creativida­d en atacar. El tiempo perdido no se recupera nunca y el mundo no se detiene a esperarnos. Es válido disentir, expresar el desacuerdo, de la misma forma que es indispensa­ble escuchar activament­e quizás no para aceptar, pero sí para entenderlo­s motivos de los otros, tan cercanos y tan distintos. Procuremos hacer el ejercicio; si persistimo­s en la inmovilida­d, todos los que estamos en este mismo barco, tenemos un país que perder. Es tiempo de aprender a escuchar.

Honduras no es un solo país, sino diversas versiones complejas de actores en el escenario

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Elisa M. Pineda e_ pinedahn@yahoo.com

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