Una más...
En Antigua, la capital colonial de Guatemala, tuvo lugar durante el fin de semana la XXVI Cumbre Iberoamericana en un ambiente de gran polarización política, aunque no se registró la imagen del personaje y su voz “por qué no te callas”, pues el escenario ha ido cambiando y es otra oleada la que se halla en actuación. Muchas fueron las interrogantes, aunque en principio la sorpresa fue la participación más numerosa desde hace años, incluyendo a quienes se hallan en el banquillo y que buscarán hacerse hueco, pues las miradas y las decisiones no serán muy favorables, aunque se guarde la compostura diplomática no como en aquella ocasión a la que nos referimos en Santiago de Chile en el 2007. La participación anunciada y esperada de mayor controversia, tras diez años de ausencia en las reuniones, era la de Daniel Ortega sobre el que recaen directamente las acusaciones de represión y muerte en Nicaragua. La cancelación de última hora puso en evidencia, una vez más, el aislamiento del régimen sandinista. Fuentes diplomáticas aseguraron que la situación de las dictaduras de Nicaragua y Venezuela pasaron inadvertidas en el documento final del que desaparece, por el maquillaje y el lenguaje diplomático, la fogosidad de unos y la dialéctica de otros. Pero se adelantaron otras preocupaciones en torno a la polarización, dos extremos opuestos, en Brasil y en México, cuyos nuevos gobiernos se hallan listos ya para ejercer el poder y al frente de los cuales se encuentran Jaír Bolsonaro, que ya ha mostrado su camino, y Andrés Manuel López Obrador, que con la interrupción de las obras del nuevo aeropuerto de la capital azteca a partir del 1 de diciembre también ha trazado ruta. Y es precisamente esto último y sus consecuencias lo que trató la misión española en las charlas bilaterales. El rey Felipe VI, en un encuentro empresarial resaltó el marco multilateral como un potente motor de generación de riqueza y de empleo, y la contribución de España a la creación de empleos en Iberoamérica. En el foro, previo a la Cumbre, el presidente Juan Orlando Hernández pidió “hacer justicia al café” con precios justos que beneficien a miles de familias y así se podría dar una respuesta altamente beneficiosa para incentivar a los productores, combatir la corrupción y aminorar el drama de la migración, expuesto en esta cumbre con imágenes reales y masivas de centroamericanos en caravanas hacia el norte. Con Antigua, tras años de distanciamiento, se intentó recuperar el espacio de entendimiento después de cumbres sumamente politizadas y alejadas de la integración como muestran el desgaste, casi hasta la agonía, de organismos Unasur, Mercosur, el Celac, Alba y OEA. También las cumbres cayeron en un estado de catalepsia con piloto automático, acuerdos bienintencionados, políticamente irrrelevantes, sin más voluntad que la de estar para no desairar al anfitrión.