Narcotraficantes siembran hoja de coca en Honduras
SUCESOS Esta es la segunda plantación de coca hallada en 2018 en el país, la primera fue en Gualaco, Olancho
YORO. Honduras ya no es solo un país de tránsito para la droga, ahora también se procesa gran parte de sus materias primas en el territorio nacional. La prueba de ello son las recientes ubicaciones de extensas plantaciones de hoja de coca en distintas regiones del país, especialmente en montañas que superan los mil metros de altura. La más actual ocurrió este lunes pasado en el cerro conocido como La Llorona, en la aldea Calderas, jurisdicción del municipio de Olanchito, Yoro. Agentes de la Policía Nacional asignados a la Dirección Nacional Policial Antidrogas (DNPA) encontraron en el alejado lugar unas cinco mil plantas de coca, arbusto usado para el procesamiento de la cocaína.
Experimento. La ubicación de la plantación se inició desde el pasado 21 de noviembre. “Fue un trabajo de inteligencia y el modelo de Policía Comunitaria permite que las personas nos den mucha información; se analizó, se corroboró y fue así como se pudo identificar el lugar del cultivo”, informó el portavoz de la Secretaría de Seguridad, comisionado Jair Meza. Las plantas de coca tenían una altura aproximada de 20 a 30 centímetros, sin embargo pueden alcanzar hasta tres metros de altura. Meza, dijo: “Creemos que están experimentando el crimen organizado y los que se dedican al tráfico de drogas para determinar purezas y calidades”.
Mutación. Carlos Sierra, experto en materia de seguridad, es del criterio que uno de los elementos para que esté ocurriendo este fenómeno son los golpes al narcotrá- fico en el país. “La actividad de transporte de la droga es cada vez más complicada para los narcotraficantes en Centroamérica”, según Sierra. Asevera que “estamos en una mutación del delito del narcotráfico, muchas organizaciones criminales de pequeña o mediana monta han optado por empezar con la fabricación”. El experto asegura que esto sería peligroso “aunado con la pobreza, la inequidad y la inseguridad. Podría orillar a que las comunidades del interior vean como un negocio proveer la hoja de coca a estas organizaciones”.