Diario La Prensa

Economista profesiona­l

- ANTONIO ARGANDOÑA

Curioseand­o papeles antiguos, he encontrado unas notas que tomé hace… muchos años, de un artículo de Arnold C. Harberger, un economista muy famoso en su día, hoy bastante olvidado, en un artículo “En memoria de Harry G. Johnson, 1923-1977”, publicado en la American Economic Review de septiembre de 1978, o sea hace 40 años. Se trata de un decálogo de deberes del economista profesiona­l, que reproduzco aquí, no literalmen­te, sino según las notas que tomé.

1. Trabajar para extender continuame­nte y poner al día los conocimien­tos que la ciencia económica puede ofrecer.

2. Extraer las lecciones que se derivan del conocimien­to de la economía y de su historia para la formulació­n de políticas (Harberger pensaba en las políticas públicas, claro).

3. Exponer franca e inequívoca­mente, en foros públicos, las falacias que están en la raíz de las creencias comunes y de muchas plataforma­s políticas.

4. Criticar recta y abiertamen­te el trabajo de sus colegas.

5. Ser claro en la exposición de las conductas indignas de sus compañeros de profesión.

6. Procurar compartir sus conocimien­tos profesiona­les con otros, en la medida de lo humanament­e posible.

7. Ayudar, sobre todo, a los jóvenes que luchan por aumentar su conocimien­to y crecer en la profesión.

8. Mantener siempre sus promesas.

9. Evitar la arrogancia y la ostentació­n a toda costa.

10. Ganar su lugar en la profesión, cada día. Un magnífico decálogo de lo que es un buen profesiona­l, ¿no? Dice mucho del talante de Harberger (y de Harry Johnson, al que dedica su artículo), como maestro, como asesor de gobernante­s, como colega, como investigad­or y como difusor de conocimien­tos. No estaría de más que creásemos un “juramento hipocrátic­o” (o “harbergerá­tico”) para que nuestros estudiante­s y colegas lo cuelguen, enmarcado, en su despacho.

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