Diario La Prensa

En el fondo

“recuperare­lpaís noesuntema fácil, perono queDaotraq­ue impulsarse hacia arriba”

- Elisa M. Pineda e_ pinedahn@yahoo.com

Los últimos acontecimi­entos que involucran a grandes figuras del ámbito político, así como de otros sectores en actos de corrupción, ha puesto de manifiesto lo que hace mucho tiempo sabemos: nuestro país está gravemente enfermo, como si tuviese un cáncer en estado muy avanzado. Los ciudadanos hemos visto como poco a poco ese cáncer ha ido avanzando, apoderándo­se de todas las instancias del Estado, invadiendo no solamente la estructura del poder, sino adueñándos­e de nuestro día a día. Admitámosl­o: como nación, nos acostumbra­mos a vivir en el fango, a convivir en esta tierra de nadie en la que nos hemos convertido, donde pesa la ley del más fuerte. El miedo de estar en el lugar equivocado, en el momento equivocado, nos invade de manera especial cuando vemos la acción de sicarios que matan en plena luz del día en la vía pública. Vivimos en la incertidum­bre preguntánd­onos qué más va a pasar cada vez que sale a relucir un nuevo acto de corrupción, una nueva lista de esas que circulan a través de redes sociales y de las que nadie sabe su procedenci­a. ¿Qué va a pasar? Es la pregunta cuando vemos el trato desequili- brado al exhibir públicamen­te a algunos y ser cautelosos en exceso con otros; cuando la justicia es dura, solo parcialmen­te. La crisis institucio­nal que avizoraba después de las elecciones del año pasado era real, la estamos palpando. Las institucio­nes del Estado están muy lejos de generar confianza. Parece ser que estamos en el fondo. Es urgente adecentar la clase política, en primera instancia. ¿Pero cómo? Cuando las personas que podrían ocupar cargos de elección popular rehúyen el tema, solamente con ver que existe el enorme riesgo de caer, incluso por omisión, en una red que acabe con su reputación y mucho más. ¿Cómo adecentar la clase política? Si vivimos en un país donde pesa más la popularida­d, que la idoneidad para un cargo de elección popular; donde se discute si los religiosos deberían participar en el ámbito político para aprovechar su caudal de votos, tema que ni siquiera debería ser objeto de discusión en un Estado laico. ¿Cómo salir del fondo en el que estamos? Cuando le tememos a la aplicación de la justicia nacional, esperando lo que diga la justicia del norte; cuando hemos perdido la confianza en todo lo que vemos. Recuperar el país no es un tema fácil. El Foro Social de la Deuda Externa ha señalado reiteradam­ente que el Estado pierde anualmente entre cuatro y cinco por ciento del producto interno bruto por causa de la corrupción. Ese dinero podría haber sido destinado a mejorar las pésimas condicione­s de salud y educación pública, por ejemplo. Cuando se está en el fondo, no queda otra que impulsarse hacia arriba. Habrá que ser creativos, para salir de esta situación grave. Ver hacia otra parte no es la solución. Debemos aprender las lecciones: el respeto al marco jurídico vigente es muy importante, pasar sobre la ley solamente genera caos; dejar hacer y dejar pasar ha sido la peor actitud que hemos asumido como país, actuar en pos de un beneficio particular efímero y olvidar el bien común es un grave error. Olvidar que somos parte de un mismo barco en el que lo que pase a un sector afecta invariable­mente al resto, ha sido una piedra en la que nos hemos tropezado muchas veces ya. En el fondo sabemos que hay que cambiar de actitud, que hay que ser parte de las soluciones. El cómo, aún no lo sabemos, ya lo iremos descubrien­do juntos.

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