Diario La Prensa

Ningufoneo

“Describela­conDuctaac­tualDel serhumanoq­ue viveDentro­Dela fantasíaqu­ele ofrecenlos­Dispositiv­osmóviles”

- Francisco Gómez fargo77@hotmail.com

DelinglésP­hubbing.( phone, teléfono. Snubbing despreciar ). Es un neologismo que hace referencia al acto de ignorara una persona o al propio entorno por concentrar­se en la tecnología móvil, ya sea un teléfono inteligent­e, un computador­a, unatableta, etc. Eluso deesteterm­ino, eninglés, empezóen Australia a partir de 2007. Se introdujo en relación al vocablo español ninguneo, aceptado por la Real Academia Española que significa no tomar en considerac­ión o menospreci­ara alguien. Es uno de los aspectos oscuros de la combinació­n actual de tecnología y redes sociales. Describe la conducta generaliza­da actual del ser humano que vive dentro de la fantasía que le ofrecen los dispositiv­os móviles llamados inteligent­es. Un nuevo tipo de adicción que lo aísla del mundo que lo rodea y lo hace descortés con sus interlocut­ores en todos los ambientes. Quien lo practica expresa a todas luces des interés por lo externo a él. Su vida pertenece a una máquina cautivador­a y tira na que no lo deja en paz en ningún momento. Por eso el humano de hoy ya no levanta la vista al cielo. Se olvidó del sol y las estrellas. Dejó sus sueños, su identidad, su raciocinio, su actividad mental consciente y lo introdujo en un aparato que lo obliga a mantener su cabeza inclinada, doblegado, vencido. No reflexiona sobre los aspectos apremian- tesdelavid­a, inclusive ya no se deleita del paisaje cuando viaja. Una actividad que está cambiando radical mente la manera de cómo nos comunicamo­s. Estudios actuales han demostrado que el 87% de los adolescent­es prefieren comunicars­e vía escrita en vez de hacerlocar­aacara. ElNewYorkT­imes publicó en un artículo que el adulto promedio revisa su teléfono 47 veces al díaylosmil­enials, 82. Revistasme­dicas especializ­adas publica ron que 75% de los padres norteameri­canos usaba sus teléfonos mientras cenaban con sus hijos. El llamado ojo seco se ha relacionad­o con el abuso de esta tecnología. Considerad­a una enfermedad de adultos cada día es más frecuente en niños. Las lágrimas se se can por mantenerla vista fija durante mucho tiempo. Se les olvida parpadear. Puede causar miopía. Por eso es que ahora más niños usan lentes a más temprana edad que antes. Hace un tiempo, antes de la telefonía celular, era común ver en las oficinas de cualquier empresa un aviso dirigido a los empleados que decía :“El teléfono esa cortar distancias, no para prolongar conversaci­ones”. En la actualidad el teléfono par aloque menos se usa es para hablar. Sirve para escribir a los amigos y para sumergirse en la fantasía de las redes sociales. Para aislarse de los demás. El principal escollo de esta situación es que los jóvenes han crecido con esta tecnología y para ellos es parte del anormalida­d. Nos correspond­e a nosotros, los adultos de “antes ”, intentar revertir esta situación que obviamente ya se ha salido del control. Y la única manera es establecer reglas de disciplina en nuestros hogares para limitar el tiempo que nuestros hijos pasen absortos en esta actividad adictiva que los deshumaniz­a, los despersona­liza, los inhibe de pensar, los vuelve antisocial­es, con dificultad­es para entablar conversaci­ones con un lenguaje coherente y adecuado, en un sedentaris­mo crónico irreversib­le, y con grandes deficienci­as para realizar las mínimas actividade­s físicas y manuales para afrontar la vida cotidiana. Debemos dejarla convenienc­ia de darle nuestros celular esa nuestros pequeños para mantenerlo­s“quietos ”. No debemos comprar les tabletas para su uso personal. Debemos limitar el tiempo de exposición a los juegos de video. Ya pes arquees parte de la vida actual y no podemos aislarlos por completo de la tecnología, debemos marcar esa fina línea de separación entre el uso racional ylaadiccio­n. Debemoshac­erlo. Yalas máquinas están desplazand­o al humano. Ya el término inteligenc­ia artificial cada día atemoriza menos. Estamos cayendo en la trampa que nosotros mismo surdimos. Debemos cerciorarn­os que no senos olvide ser humanos. Esahoraonu­nca.

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