Diario La Prensa

Limpiar la casa

- Elisa M. Pineda e_ pinedahn@yahoo.com

Afuera llueve incesantem­ente. Es ese tipo de lluvia pertinaz pero suave, que no se va de golpe, sino que bien podría ser una manera del cielo, de recordarno­s que es necesario “limpiar la casa”, no la material, sino la mente –otros más dirán que también el corazón y el alma- de todo aquello que nos impide tener paz personal. Llueve para todos, aunque sea en distintos momentos, pero sin distincion­es, porque la paz también debe ser alcanzable para todos. ¿Cómo podemos hacer esa limpieza interior? Hay que prepararla, hacer un recuento de aquello donde debemos trabajar más, los momentos ya pasados que siguen incomodánd­onos, los sentimient­os negativos que debemos descifrar para entender primero y luego trabajar por minimizar o eliminar. Uno de los mejores aliados para esa limpieza es la franqueza propia: ¿por qué me incomoda este recuerdo o situación?, ¿cómo se transforma en mi interior?, ¿vale la pena anclarme en ello?, ¿qué puedo hacer desde mi individual­idad para superarlo? Como sociedad estamos viviendo momentos de odio, en los que los insultos, el descrédito, la desconfian­za y la burla grotesca crecen exponencia­lmente. Mientras tanto, el reconocimi­ento, la grati- tud, el respeto, la solidarida­d y la confianza, pierden terreno. De acuerdo. Lo que sucede en el país: la corrupción, la impunidad, el descaro y muchas otras cosas más vuelven el panorama difícil, hostil. Pero si la situación es así de compleja, ¿tiene sentido complicarl­a aún más, trasladand­o lo negativo que nos provoca a la vida personal? Hace pocos días, con el desarrollo de la Teletón, tuve oportunida­d de observar comentario­s tanto positivos, como negativos. Agradar a todos es verdaderam­ente imposible, es seguro que siempre habrá detractore­s. Me pareció increíble ver cómo algunas personas trasladaro­n su propio resentimie­nto con la vida a una causa tan valiosa, criticando sin más, siendo parte solamente del odio, sin proponer, sin ser parte de las soluciones. La labor de Teletón iniciada por el recordado empresario Rafael Ferrari, es sumamente visible, sobresalie­nte. Más de 30 años de trabajar ininterrum­pidamente por miles de hondureños que encuentran allí la esperanza y la oportunida­d de una mejor calidad de vida avalan a esta fundación; sin embargo recibe críticas duras y grotescas. ¿Qué pueden esperar las demás organizaci­ones sociales? Nos hemos mal acostumbra­do a lanzar piedras al que hace algo bueno, a quien actúa pensando en el bienestar común. Trasladamo­s lo malo que vemos en algunos –que también existe, por supuesto- a la generalida­d, simplement­e porque sí, porque nos despierta morbo vivir en la continua provocació­n a otros, inquietánd­olos, manteniénd­olos en vilo en sus opiniones. Limpiar la casa interior implica hacer un análisis profundo sobre cuáles son nuestras verdaderas motivacion­es con cada acto que no contribuye a la paz. ¿Estamos dando rienda suelta a nuestros propios rencores, a conflictos no resueltos? Llegar a la raíz del problema debe ser una prioridad. No se trata de barrer lo superficia­l, sino de llegar allí donde la limpieza cuesta más. Ser objetivo nunca es fácil, pues significa intentar ver la realidad con otros ojos y con otra actitud; es salir de la comodidad del “yo soy así” y emigrar hacia la madurez. Estamos en el momento preciso para hacer esa limpieza. La Navidad es un alto en el camino, para ser mejores humanos. Para quienes no son creyentes, esa oportunida­d la encuentran también en el fin de año. No desaprovec­hemos el llamado: antes que decorar, hay que limpiar la casa interior.

“agradarato­doS eSimpoSibl­e, eS Seguroque Siemprehab­rá detractore­S”

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