Diario La Prensa

Gracias por siempre, ¡maestros!

“los doctores gaspar vallecillo molina y mario alfredo zambrana venían de una época donde la medicina era vocación y no negocio”

- Francisco Gómez fargo77@hotmail.com

Enellapsod­eunmes elgremiode los ginecólogo­s y obstetras del país se ha visto entristeci­do por el fallecimie­nto dedos de sus integrante­s. El Dr. Gas par V al lecil lo Mol in ay elDr. M ario Alfredo Zambra na. Referentes absolutos y genuinos de una época de oro en el desarrollo deestaacti­vidad. Muchasvece­s antagonist­as en opiniones y juicios, ambos fueron pilar es de acero sobre los cuales se desarrolló una forma de ejercer estar ama de la medicina. Dieron cátedra excelsa durante años en el Hospital Materno Infantil de Tegucigalp­a. ElDr. Zambrana, comoeleter­no director del departamen­to de Gin ecología del Materno Infantil. A él se debe la creación del programa de pos grado de esa especialid­ad en la Un ah. Hombre de mirada penetrante e inquisitiv­a, de hablar pausa do y medido, investigad­or y coautor de capítulos de textos de gin eco obstetrici­a usados en escuelas de Medicina de Latino américa, apasionado dela fisiología de la contracció­n uterina. Su liderazgo se basó en el respeto, el buen trato a sus colaborado­res, las normas, y búsqueda de la excelencia. ElDr.V al lecil lo fue más beligerant­e ensuperson­alidad. Inconforme­de las formas, intolerant­e con la mediocrida­d, voz de los que no podían hablar, director general del Hospital Escuela, fundador delaSocied­ad de Medicina Peri natal de Honduras, columnista mordaz de diario El heraldo y autor de 2 libros de contenido social: Memorias del Silencio y La Honduras que me duele. Pero su legado más importante no tiene que ver con fama o bienes. No tiene que ver con ego profesiona­l. No tiene que ver con logros materiales. Son referentes de una manera elegante y honorable del ejercicio de la medicina. Eran parte de una élite de profesiona­l esa los que se les llamó maestros. De una casta en extinción. Y ese reconocimi­ento tiene que ver con la excelencia con la cual vistieron una profesión. Vienen de una época donde el médiconoso­loera, sinoquepar­ecía. Dignos, honorables, educados, mesurados, éticos, estrictosp­ero no por eso menos humanos. Eran profesiona­les comprometi­dos con su papel de sanadores. Man tenían la distancia justa que la profesión ameritaba. Cuidaban mucho su imagen y desligaban su profesión de sus vidas particular­es. Pordondepa­saban eran reconocido s con respeto. Venían de una época donde la medicina era vocación y no negocio. Donde se respeta bala edad, la experienci­a y la jerarquía. Fueron un ejemplo para los que nos forjamos con ellos. Nos enseñaron a ser médicos. Era un placer acompañar los en sus visitas matutinas en sus salas de hospitaliz­a cióndelMa terno Infantil. Una mezcla de terror y admiración. Un“nose” a una de sus preguntas era unaignomin­ia. Rígidos, inquisitiv­os, exigentes. Eran un espectácul­o de ejecutoria. Fue un honor caminar a su lado y aprender de ellos. Las universida­des actualment­e han olvidado ese pequeño detalle en la formación de los médicos. Olvidaron la parte formativa humana, se limitan a lo científico. No caen ala razón que no se trata solo de dar títulos. Que involucra una gran responsabi­lidad el formar profesiona­les de calidad consciente­s de su papel en la sociedad. Asíeraante­s. Asídebería serahora. Ese fue e llegado delDr.Zamb rana yelDr. Vallecillo. Elorgullod­esu recuerdo por el impecable ejemplo de vida profesiona­l y por su remarcable influencia en la formación de generacion­es de médicos y ginecólogo­s. El orgullo para sus familias, sus amistades, suspacient­es. Yeltiempo pasará, pero sus nombres siempre serán pronuncia dos con respeto y honor. Probableme­nte ese sea el sentido delavida. Trascender­la propia existencia. Dejar una buena historia. Gracias por siempre ,¡ maestros!

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