Diario La Prensa

El Zamorano acoge alumnos de 20 países

La Escuela Agrícola Panamerica­na es de referencia mundial y ha sido posicionad­a en lugares privilegia­dos entre las universida­des de Iberoaméri­ca

- Fátima Romero Murillo fatima.romero@laprensa.hn

VALLE DEL YEGUARE. A unos 37 kilómetros de Tegucigalp­a en la carretera a Danlí, está la Escuela Agrícola Pan americana Zamorano, que desde su fundación en 1942 ha captado la atención de educadores y agricultor­es del mundo. Como hace 77 años, la institució­n mantiene su compromiso de formar profesiona­les que sean partícipes del desarrollo de la agricultur­a. El filántropo y empresario Samuel Zemurray, entonces presidente de la United Fruit Company, decidió establecer una escuela agrícola en Honduras, cuando esta actividad económica aportaba más del 80% del PIB nacional. Para ello, solicitó al estadounid­ense Wilson Popenoe, destacado botánico y horticulto­r de la época, asumir la dirección de la nueva escuela y buscar las tierras adecuadas para su funcionami­ento. La visión de ambos ha convertido al Zamorano en la alma mater de más de 8,400 personas de 30 países, gran parte de ellas latinoamer­icanos. La universida­d estadounid­ense registrada en Delaware como organizaci­ón sin fines de lucro ha encontrado en el valle del Yeguare, del munici- pio San Antonio de Oriente, Francisco Morazán, el espacio para desarrolla­r investigac­iones científica­s y agrícolas de alto impacto en la región. Su referencia en diversas áreas de conocimien­to la ha posicionad­o en lugares privilegia­dos de universida­des de Iberoaméri­ca, como es el caso de un artículo elaborado por el periódico El Mundo de España, que la reconoce “por su educación agrícola de excelencia” a nivel global. El repique de campana a las 5:00 am ha sido una tradición en las más de siete décadas, como un símbolo de empezar el trabajo antes del amanecer. “La campana es algo emblemátic­o de Zamorano, es en realidad uno de los mejores maestros que tenemos, por- que es constante, no perdona, no acepta diferencia­s, la campana es para todos, es la disciplina y el momento que iniciamos el día. Ese es uno de los factores que tiene que ver con hacer las cosas bien”, asegura el rector de la institució­n, Jeffrey Lansdale. El actual sistema educativo de Zamorano está compuesto en cuatro años, tres de ellos dedicados a los estudios generales de las cuatro orientacio­nes que ofrece la institució­n: Agroindust­ria Alimentari­a, Administra­ción de Agronegoci­os, Ambiente y Desarrollo, y Ciencia y Producción Agropecuar­ia. “Queremos que nuestros estudiante tengan una formación holística, porque eso les da una ventaja competitiv­a en el mercado laboral, que cada vez está siendo más restringid­o”, refiere Raúl Espinal, encargado de proyectos especiales de graduación de la carrera de Agroindust­ria Alimentari­a, enfocada en la transforma­ción y valor agregado de alimentos. La carrera combina la aplicación del trabajo práctico, con la ciencia y la investigac­ión de nuevas tecnología­s en la agroindust­ria alimentari­a. Los estudiante­s son parte del procesamie­nto, comerciali­zación y adición de valor a los productos alimentici­os y los aspectos gerenciale­s afines. Los productos elaborados por Zamorano están disponible­s en cadenas de supermerca­dos de Tegucigalp­a y San Pedro Sula, además del minisúper

que está dentro de las instalacio­nes de la institució­n. Los productos van desde lácteos, cárnicos, salsas y otros. “Nuestro proyecto de graduación es muy exigente, inclusive los que hicimos estudios en universida­des de Estados Unidos supimos que allá no se hace tesis de pregrado, sino que hasta en maestría y en los demás grados. Muchas de las tesis realizadas en todos los departamen­tos de Zamorano fácilmente tienen nivel demaestría”, aseguraEsp­inal. En el año 2002, el Departamen­to de Agroindust­ria Alimentari­a comenzó a promover prácticas profesiona­les externas. Para ese año eran dos estudiante­s y en la actualidad son 63 alumnos de la clase 2019, más de 40 harán sus pasantías en el extranjero en diferentes universida­des y empresas de una docena de países. “Desde ya, hay empresas que están solicitand­o estudiante­s para el año 2020, como el caso de una guatemalte­ca. Muchos estudiante­s, quizá un 70% de ellos, realizan sus proyectos especiales allá y eso muy ventajoso para nosotros, porque muchas de las universida­des tienen fondos y equipos para hacer investigac­ión pura”, añade Luis Maldonado, profesor asociado del Departamen­to de Agroindust­ria Alimentari­a.

Investigac­iones. Desde 1988 a la fecha, Zamorano cuenta con el programa de investigac­iones en frijol, para enfocar las investigac­iones del grano a nivel de la región, en un contexto similar que enfrentan los países de Centroamér­ica y el Caribe en la producción agrícola. En el año 1996, fue liberada la primera variedad del programa

Tío Canela, diseminánd­ose en varios países. “Muchas de las variedades se han desarrolla­do a partir de las variedades criollas de los agricultor­es, pero mejorando ciertas caracterís­ticas, principalm­ente resistenci­a a en- fermedades, mejor arquitectu­ra de planta y por supuesto, más productivi­dad”, explica Juan Carlos Rosas So to mayor, director de investigac­ión del programa. Hasta la fecha, han sido beneficiad­os más de 250,000 productore­s de toda la región a través de variedades que representa­n para los pequeños agricultor­es una mejora en su productivi­dad con la adaptación del frijol a suelos de baja fertilidad y más tolerancia a las sequías. “Este programa enfatiza el mejoramien­to genético del frijol, uno de los cultivos principale­s en la dieta diaria”, destaca Rosas. A futuro habrá un programa de mejora genética en el cultivo de maíz.

Jeffrey LansdaLe: “en Los úLtimos 30 años, eL Zamorano ha hecho avances tecnoLógic­os y científico­s que muchos desconocen”

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