Bonito, Brasil, es un idílico destino que cautiva por su belleza
Este idílico destino es toda una joya del turimo sostenible en tierras brasileñas
BONITO, BRASIL. Pocos lugares en el mundo tienen un nombre más apropiado. Bonito, un rincón de naturaleza deslumbrante al suroeste de Brasil, debe su nombre al capitán Luiz da Costa Leite Falcão, pionero de estas tierras que en 1869 bautizó a su hacienda como Rincão Bonito (rincón bonito). Unos cuantos años después, esta pequeña localidad del estado de Mato Grosso do Sul se ha convertido en un paraíso para los amantes del ecoturismo y un ejemplo mundial de turismo responsable.
Buena parte de la fama se la llevan sus ríos, de agua extremadamente cristalina. El terreno calcáreo es el secreto detrás de la transparencia de las aguas y también lo que explica la existencia de más de 60 cavernas y grutas de la región, muchas de ellas aún sin explorar. No se queda atrás el verde brillante de la sierra de Bodoquena (que en lengua indígena significa manantial encima de la montaña) repleta de cascadas, en las que lugareños y visitantes se pueden refrescar.
Paisaje. En esta zona montañosa, por ejemplo, está la finca Boca da Onça (boca del jaguar), una de las excursiones imperdibles en Bonito.
En apenas cuatro kilómetros de paseo hay ocho cascadas y cuatro puntos de baño. Se llevan la palma la cascada Boca da Onça (de 156 metros, una de las más altas de Brasil) y el Buraco do Macaco (el agujero del mono), una especie de cenote con cascada incorporada, absolutamente mágico.
Los más aventureros también pueden descender 90 metros de rappel y disfrutar de las vistas -de infarto- del valle que cruza el río Salobra. Las grutas de Bonito merecen un capítulo aparte.
Descender al abismo Anhumas es lo más parecido a visitar las entrañas de la Tierra.