Los menores sin protección
Mientras los políticos se encuentran enfrascados en divergencias estériles sobre qué es lo que más conviene al país, centenares de niños deambulan por las calles limpiando los vidrios de los carros o haciendo malabares bajo los semáforos para arrancarle un par de pesos a los conductores. Pequeños que deberían estar en las aulas escolares son lanzados a las calles, muchas veces por sus propios padres, que los observan ejercer la mendicidad desde puntos estratégicos. Su escuela es el ambiente callejero en donde aprenden a defenderse de los aguijonazos que les da la vida, desarrollando toda clase de manías que lindan con la delincuencia. Muchos conductores han sido víctimas de estos pequeños, desamparados, cuando no acceden a que pongan el limpiador sobre sus autos. El maltrato físico, el abuso sexual y la desintegración familiar obligan a niños y niñas a vivir en las calles en donde el 94 % de ellos ha consumido algún tipo de droga.
Los técnicos que inventan miles de fórmulas para combatir la delincuencia parece haberse olvidado que la raíz de este flagelo está en la desprotección de estos menores que son caldo de cultivo de las organizaciones criminales.