Diario La Prensa

Oficio de alto riesgo

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La conducción de unidades de transporte público en Honduras se ha convertido, tal vez, en el oficio de más alto riesgo para los que lo desempeñan. La muerte de conductore­s, ayudantes o cobradores es casi noticia cotidiana, que genera miedo y preocupaci­ón tanto en los usuarios de los servicios a nivel urbano e interurban­o como entre los propietari­os de las empresas del sector, y no digamos entre los que directamen­te conducen taxis o autobuses de distinto tamaño. La situación se ha vuelto tan compleja en algunas de las rutas que ciertas líneas han optado por cancelar temporalme­nte el servicio entre algunas ciudades. Los cuerpos de seguridad del Estado han intentado contribuir con la superación del problema, pero el éxito de sus planes ha sido temporal y no ha logrado detener de manera definitiva las acciones criminales de las mafias de la extorsión, que parecen ser un monstruo de mil cabezas. Evidenteme­nte, la guerra contra el crimen organizado que, en este caso, tanto afecta al sector transporte, debe continuar; pero es posible que hagan falta elementos que permitan desarrolla­r una labor a mediano y largo plazo que acabe de una vez con la insegurida­d en las unidades y la actividad pueda desarrolla­rse con normalidad y con la certeza de que no se pierdan más vidas humanas. Las indagacion­es hasta ahora realizadas han revelado que algunos de los conductore­s de unidades de transporte, sobre todo del área urbana, tienen nexos con grupos delictivos. Lo anterior exige mayor rigurosida­d a la hora de selecciona­r al personal que se encargará de transporta­r a la ciudadanía de un sitio a otro.

Si el propio conductor está asociado con los delincuent­es, los usuarios pueden llegar a ser víctimas de arreglos de cuentas entre bandas enfrentada­s entre sí o serán testigos de la complicida­d entre conductore­s o ayudantes y asaltantes y extorsiona­dores. También, desde hace tiempo, se ha venido hablando del pago del pasaje del transporte urbano por medio de tarjetas inteligent­es. Este procedimie­nto no evitará que los criminales acudan a conductore­s o propietari­os a exigir dinero, pero facilitará a las autoridade­s detectar movimiento­s bancarios hacia ellos y, justamente, falta mayor supervisió­n y seguimient­o sobre los dineros de la delincuenc­ia y el lavado de dinero mal habido. Se trata de tender un cerco cada vez más estrecho en contra de los que han segado tantas vidas y que tanto se han beneficiad­o del trabajo de otros. Se trata de recuperar fuentes de trabajo y de asegurar la libre locomoción que las leyes del país nos garantizan.

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