Disgusto por los buenos resultados
Además del gozo anormal por el discurso y la información negativa en contra de Honduras y su pueblo, últimamente, derrotados por los hechos, algunos babean disgustados porque algunas personalidades hablan bien de la situación económica que vivimos. Las declaraciones de la más alta líder de Cepal han incomodado a más de algunos que llevan tiempo vendiendo las desgracias de honduras a cambio de las treinta monedas y afectando emocionalmente a los que siempre han creído que pueden destruir a Honduras, al descubrir que, pese a los esfuerzos de los delincuentes, los malos gobernantes y los educadores trasnochados de teorías fracasadas nuestro país no se cae. Y contrario a los sueños enfermizos de sus enemigos seguimos creciendo.
Claro, no es suficiente crecimiento económico, pero es algo bueno que debemos celebrar. La relativa efectividad de las políticas públicas, la fuerza de los empresarios, la disciplina y habilidad de los obreros y la acción de los defensores de la seguridad la tenemos que reconocer, sin mezquindades. Aquí, no todo es malo, hay cosas positivas. Posiblemente lo que la directora de Cepal nos ha venido a decir es que pese a nuestras tonterías e ingenuidades tenemos esperanzas. Estamos creciendo, incluso en contra de los que desde las calles quieren que aquí a todos nos lleve el diablo.
Además del crecimiento económico, es necesario mejorar la competitividad y la productividad,que deben ser acompaña das por la equidad. En las dos primeras, los empresarios de todos los niveles y la fuerza laboral que les acompaña tienen la palabra; pero ellos nada pueden hacer sin políticas públicas que faciliten la acción de los particulares, estimulando los resultados finales. Evitar los daños que Castillo pretende con “granjas marinas” es lo que se tiene que hacer y rebajar la carga impositiva, una cuestión a debatir, para no restarle fuerza a los productores.
Pero nada de esto puede ser útil para la estabilidad y la gobernabilidad si no revisamos las estructuras que han generado desigualdad. Es necesario revisar la distribución del producto social, el acceso de todos sin discriminación, al sistema educativo, la información especializada y al crédito. Es necesario poner al Gobierno central – al que hay que reducirle competencias absurdas que no debe manejar – al servicio de la libertad y la eficiencia de los que producen en Honduras. De forma que el presupuesto, más que una lista para satisfacer hambrientos, sea un instrumento de desarrollo. Entendiendo por este el paso de las actuales condiciones inhumanas hacia otras más humanas, para todos. Lo podemos hacer, tenemos fuerza, capacidad y espíritu. Bien dice Edison Cárdenas: “Honduras es el mejor país para invertir”. Lo que nos falta es liderazgo y subordinación del sistema público a los deseos de todos para vivir mejor, orgullosos de nuestras cosas y libres para decidir nuestro destino. El que estemos creciendo, aunque desearan algunos lo contrario, es prueba de que vamos por más, aunque los vividores de nuestras desgracias se disgusten cuando las cifras los desmienten.
“aunque los vividores de nuestras desgracias se disgusten por las cifras, estamos creciendo”