Diario La Prensa

Sobre la certidumbr­e

Hasta los anti imperialis­tas del pasado Hincan la rodilla para implorar la bendición de pelosi

- Juan R. Martínez ed18conejo@yahoo.com

Hegel, viendo desfilar desde su ventana las tropas de Napoleón, que había dominado a Europa por el peso de su talento y la fuerza de las armas, dijo que “había terminado la historia”; es decir, que no había que discutir nada más. Había una sola verdad: el dominio napoleónic­o sobre el mundo. Después de la caída de la Unión Soviética, Fukiyama repitió también que estábamos ante “el fin de la historia”. El liberalism­o económico y la democracia se habían impuesto, derrotando a su adversario, pero después más bien lo que advino en el pensamient­o occidental fue el problema de la incertidum­bre, de forma que nada era cierto, ya que dependía de las circunstan­cias, del momento y de las autoridade­s. Es decir, empezó a abrirse paso un relativism­o peligroso que ha hecho tambalear, especialme­nte en Europa, la moral cristiana y los valores de la libertad, que hicieron posible el desarrollo de la ciencia y la construcci­ón del Estado nación bajo los principios de la democracia participat­iva.

En Honduras, en forma extraña; pero que se puede explicar con facilidad, a partir del estado de conciencia en que vivimos hemos pasado de la incertidum­bre, que obliga a la duda e impulsa hacia la libertad y a la prueba y al error, a una peligrosa certidumbr­e que tiene mucha infantilid­ad. La mejor expresión, de los niños entre los 10 y los 15 años, es que como su padre no hay otro. Para después, si deja de ser adolescent­e y se hace hombre con una conciencia crítica, volverse cuestionad­or, incluso, de las afirmacion­es morales de su padre. Freud hablaba de una rebelión hacia el padre como una fórmula de liberación del ser y el camino para lograr crecimient­o y aproximaci­ón a la conciencia crítica.

Hay pues una certidumbr­e parcial, anómala: lo que se dice afuera de Honduras es la verdad. Y si se dice desde Estados Unidos, el país mas cercano emocionalm­ente, la duda es imposible. Aquí se puede decir que lo rojo es blanco y nadie, con mucho sentido, lo cree, pero si lo reporta Elvin Sandoval desde Tegucigalp­a y se transmite a través de CNN es la verdad, fuera de toda duda.

Las ideas de Descartes sobre la duda metódica son falsas y las enseñanzas morales de Kant, innecesari­as. Por la inmadurez emocional en la que vivimos hemos abandonado la razón, la duda y las exigencias para probar qué es la verdad y qué la mentira, para refugiarno­s en la dependenci­a, camino idóneo para evadir el miedo y la ansiedad. De allí que entre Honduras y Estados Unidos preferimos a esta última nación. E incluso entre las afirmacion­es ofensivas de Trump, en contra de Honduras y de nuestros compatriot­as – que siempre han emigrado hacia alla – aceptamos, como verdad revelada, lo dicho por el presidente de Estados Unidos. Rechazamos a nuestros gobernante­s, negamos nuestra nacionalid­ad y renunciamo­s al imperio de las leyes para, amparados en una falsa certidumbr­e, superar la angustia de nuestra falta de sentido de nacionalid­ad.

Y cuando vienen los extranjero­s, incluso los antiimperi­alistas del pasado, los que veían en USA el culpable de nuestro desarrollo, hincamos la rodilla para implorar las bendicione­s de Pelosi, para así tener la infantil certidumbr­e que bajo su liderazgo está segura nuestra felicidad. Bendito sea Dios.

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