Urge demoler las ruinas del Casino Sampedrano
Los sampedranos piden a Antropología e Historia que haga una inspección porque el riesgo es grande La alcaldía no puede dar permiso para demoler; la situación es deplorable
El Casino Sampedrano fue el punto de encuentro de la sociedad hace varias décadas, pero hoy está convertido en una guarida de indigentes, un foco de contaminación y casi una “casa loca”, pues hasta muertos han encontrado.
Las bodas, las graduaciones de las escuelas más reconocidas, aniversarios de matrimonios, de 15 años de la alta sociedad, tenían que celebrarse en el Casino; pero el crecimiento de San Pedro Sula dio paso a nuevos y más grandes centros de festejos, pasando este al olvido. El estado actual del edificio entre 12 y 13 avenidas suroeste en el bulevar Morazán, uno de los más transitados de San Pedro Sula, es deplorable y se ha convertido en un verdadero peligro para las personas que caminan por la zona. El Casino Sampedrano fue fundado en 1940 y cerrado 72 años después. Desde ese cierre en el año 2012, el sitio fue prácticamente saqueado porque la sociedad anónima que lo integraba lo dejó en el abandono. Esos rasgos arquitectónicos que corresponden a una mezcla del neoclásico y ecléctico quedaron prácticamente en la historia y en el recuerdo de quienes un día conocieron y disfrutaron de ese lugar. Aquel patio central sin techo, el piso de cemento, liso y pintado con decoraciones en rojo y verde, el piso de madera y los finos acabados en los tablones de caoba se convirtieron en ruinas. Las ventanas arqueadas del salón de baile adornado con columnas dóricas y los espejos grandes al estilo ballroom francés de la entrada desaparecieron y hoy solo se ven en las fotografías. Todos esos eventos sociales que se desarrollaron en el lugar y marcaron la historia de la ciudad hoy solo forman parte del recuerdo.
La realidad es otra. LA PRENSA recorrió el lugar y confirmó que se ha convertido en un inodoro público, un refugio para personas que viven entre las ruinas y la piscina es un criadero de zancudos.
El muro fue derribado y el mal olor es insoportable. Heces por todos lados, basura, restos de animales muertos, agua estancada, pedazos de madera, basura, restos de ropa y ruinas de paredes manchadas se observan en los 5,263 metros cuadrados en donde estuvo esa instalación.
Terror. Los propietarios de negocios aledaños al lugar claman por la demolición del lugar y que la sociedad anónima, propietaria del lugar, haga algo porque muchos empresarios están a punto de cerrar por la inseguridad.
Y no solo los dueños de los negocios están sufriendo con la situación, sino las personas, que son muchas, que pasan por el lugar a pie con dirección a sus centros de trabajo. “Mire, a veces nosotros salimos tarde de los trabajos y nos da miedo pasar por ahí porque hay tanto delincuente que se refugia ahí y que salen a pedir dinero y a veces uno solo anda