¡Bienvenido diciembre!
Inauguramos hoy el último, y más esperado, mes del año. La cercanía de la Navidad y de las fiestas de Año Nuevo nos hacen, de alguna manera, olvidar las penas que hemos debido padecer a lo largo del año, tanto de manera individual como colectiva. 2019 ha sido un año complejo en todos los sentidos: conflictividad política, desaceleración económica, reclamos gremiales… situaciones que han sido el resultado de errores pasados o de nuevos retos que se han presentado y que hemos debido enfrentar. Aun así, ya desde la llegada de los vientos frescos de noviembre, los hondureños hemos esperado con ilusión este diciembre que comienza. Alrededor del 8 de este mes se celebran en muchos municipios de Honduras, ferias patronales. La huella de los doctrineros franciscanos quedó impresa en los lugares en los que, desde la época colonial, fueron puestos bajo el patrocinio de la advocación mariana de la Inmaculada Concepción. Así, Comayagua, La Esperanza, Choluteca, Juticalpa, Danlí y Comayagüela, entre otros, viven en estos primeros días de diciembre las tradiciones que, en cada sitio, se han practicado a lo largo de los años: exposiciones ganaderas, coronación de reinas, mojigangas, procesiones, etc.
Sin embargo, el meollo de las celebraciones gira alrededor de la conmemoración del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo. Y sobre ese evento histórico es necesario que los hondureños meditemos y procuremos sacar lecciones.
Ya, desde el Antiguo Testamento, la Sagrada Escritura llamó a nuestro Señor: Príncipe de Paz, porque el centro de su predicación fue el amor que debía presidir las relaciones entre las personas y entre los pueblos. Es más, el Evangelio de Juan nos señala cómo Jesús, durante la Última Cena, promulga el Mandamiento del Amor y dice a sus discípulos que se amen unos a otros, tanto como Él era capaz de amarlos.
El amor elimina, evidentemente, toda confrontación, todo discurso de odio, todo conflicto fratricida. El amor es el mejor lubricante para la convivencia humana, el mejor ingrediente para lograr una sociedad en la que prime el respeto, la tolerancia, la comprensión.
Quiera Dios que, a lo largo de este mes, cultivemos sentimientos de perdón, de empatía, de solidaridad, de servicio a los demás, que todos ellos son manifestaciones del amor.