El pasado, la obsesión de AMLO
Mientras la economía de México se está estancando, la violencia alcanza niveles récord y el país atrae las críticas internacionales por su reciente apoyo a una elección fraudulenta en Bolivia, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, parece estar ocupando gran parte de su atención en temas de siglos pasados.
Por supuesto, cada país tiene el derecho, incluso el deber, de conmemorar su historia y enseñarla a las nuevas generaciones. Pero la fijación de López Obrador con la historia es tan exagerada que se está convirtiendo en un problema nacional.
Hace días, el presidente prácticamente puso patas para arriba la Ciudad de México para un desfile de 8,5 kilómetros con más de 2,500 jinetes y soldados vestidos con trajes de 1910 para celebrar el 109º aniversario de la Revolución Mexicana (1910-1917).
El desfile del 20 de noviembre fue organizado por la primera dama de México, Beatriz González Müller, quien comparte con el presidente la pasión por la historia y ha sido nombrada coordinadora nacional para la Memoria Nacional Histórica y Cultural.
El desfile fue apenas el último ejemplo de la obsesión de López Obrador con la historia. El día anterior, 19 de noviembre, López Obrador anunció la inminente publicación de su nuevo libro, Hacia una economía moral, y adelantó que su primer capítulo trata sobre los actos de corrupción del conquistador español Hernán Cortés, hace unos cinco siglos.
López Obrador cuenta allí que Cortés se proclamó ilegalmente alcalde de Veracruz y que malversó los fondos del tesoro del emperador azteca Moctezuma. López Obrador también ha trasladado las oficinas presidenciales al viejo Palacio Nacional de
México, cuya construcción fue iniciada por Cortés en 1522. Allí, inauguró una nueva sala de conferencias que llamó “el salón de los olvidados”, para honrar a figuras olvidadas por la historia oficial.
Uno de los primeros actos de López Obrador al asumir la presidencia había sido cambiar el logotipo del gobierno mexicano, que solía ser una bandera, por una imagen grupal de figuras históricas como Miguel Hidalgo (1753-1811), José María Morelos (1765-1815) y Benito Juárez (1806 -1872.)
La economía de México, que López Obrador había prometido que se expandiría a tasas del 4% anual, se ha desacelerado al 0,4 por ciento este año, según el Fondo Monetario Internacional.
La violencia ha alcanzado un nuevo récord de 31,632 homicidios en los primeros diez meses de este año. La reciente masacre de nueve miembros de una familia estadounidense-mexicana, incluidos nueve niños, en el norte de México, fue el último recordatorio de la escalada de violencia en el país.
Y en medio de todos estos problemas internos, López Obrador fue objeto de críticas internacionales por haber felicitado al exgobernante boliviano Evo Morales tras su fraudulenta victoria electoral del 20 de octubre, y luego al darle una bienvenida de héroe en México. Morales era un presidente inconstitucional que antes de hacer un fraude se había aferrado al poder mucho más tiempo que los dos mandatos consecutivos permitidos por la Constitución boliviana.
La obsesión por el pasado también está impidiendo que México le preste más atención a los grandes temas que van a decidir su futuro como la educación de calidad, la tecnología y la innovación.