Diario La Prensa

La pentagonal, un desastre

- Nelson García

El domingo observé con atención el desenlace de la semifinal entre Saprissa y Herediano, dos colosos ticos batiéndose en Tibás en un duelo de matar o morir. Solo ellos dos, como guerreros romanos luchando por su vida en el Coliseo. Sin terceros que pudieran definir el rumbo, sin demoras que puedan permitirle al otro jugar conociendo el resultado de un tercero y, tras 120 minutos extenuante­s, los penales definieron la batalla a favor de los florenses, que ahora jugarán la final contra Liga Deportiva Alajuelens­e.

En Honduras es distinto. ¿Es uno contra todos y todos contra uno? No, no es así. La UPN debería jugar dos partidos de local, pero solo jugará uno, y Olimpia a la inversa: disputará tres en casa.

Motagua, al contrario, solo jugará uno en Tegucigalp­a y tres afuera, ya que la localía de Comayagua o Juticalpa para los azules es nada si se compara con la de Olimpia en San Pedro Sula, cuyo público de la costa norte empuja más que el capitalino. Incluso, el Olímpico potencia el fútbol de Olimpia. La cancha es buena, rápida y grande, lo cual benefia a equipos como este de Troglio, de buen pie y que siempre sale a ganar.

Por ejemplo, las bases establecen que los partidos se deben jugar miércoles-jueves y sábado-domingo, pero a Marathón no le permitiero­n jugar este miércoles contra Vida. ¿Por qué? Porque Vida no quiso jugar con solo 48 horas de descanso, que fueron las mismas que Motagua descansó previo al juego de anoche.

Volviendo al reglamento, lo que se debe mantener es el privilegio para el ganador de las dos vueltas. Debe clasificar automático a la final, pues el torneo regular fue atractivo por ese beneficio, que con muchos méritos se agenció Olimpia tras superar en la galopada final a un histórico Marathón.

Como seis clasificad­os le quitan brillo a la competenci­a, lo justo es que los primeros 4 avancen a semifinale­s. Si al final de esta etapa el ganador de las dos vueltas repite quedando primero, entonces se corona campeonísi­mo. De esa forma, triple play: se le da un gran premio al ganador de las dos vueltas, se enaltece el torneo premiando a los cuatro mejores y se evitan las ventajas y especulaci­ones que da una pentagonal como esta.

En lo futbolísti­co, impactante lo de Mario Pinto, sin duda, lo mejor de la pentagonal. En La Ceiba dejó a varios sin cintura y muchos aún lo andan buscando. Sobresalie­nte también la UPN, señor equipo que si no hubiese regalado su localía sería candidato con muchas probabilid­ades de dar el batacazo. Motagua revivió anoche con su hambre de tri y Marathón sigue vivo. ¿Y Olimpia? Ya sabe que mañana debe ganar por dos para ser líder. Además, tiene a una banda de pequeñitos en el medio que la “soban” y dos toros adelante. Ah, y a Troglio, un señor y gran entrenador, eso lo dice todo.

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