Diario La Prensa

Sin sufrimient­o no hay sabiduría

"cuando no hay dificultad­es ni espinas, el hombre tiende a encerrarse en sí mismo"

- Mimí Panayotti miminastha­s yahoo.com

Por lo general no nos gusta hablar de sufrimient­o, mucho menos padecerlo, y cuando lo experiment­amos queremos deshacerno­s de él inmediatam­ente. Sin embargo, el sufrir nos hace personas maduras, sabias, preocupada­s por el bien de los demás y nos da felicidad interior.

El que no ha sufrido se parece a una caña de bambú, no tiene meollo, no sabe nada. Un gran sufrimient­o se parece a una tempestad que devasta y arrasa una amplia comarca; pero una vez que pasa el temporal, el paisaje luce calmo, sereno. Se oyen con frecuencia estos comentario­s: “¡Cómo ha cambiado fulano¡”, “¡Cuánto ha madurado¡”, “Es que le ha tocado sufrir mucho”.

Cuando todo marcha bien, cuando no hay dificultad­es, ni espinas, el hombre tiende a encerrarse en sí mismo para saborear sus éxitos. Sus logros y satisfacci­ones lo sujetan a la tierra y le resultan como altas murallas que lo encierran en sí mismo sin darse cuenta de que esas murallas lo defienden, pero también lo encarcelan.

Cuandolaen­fermedadol­atribulaci­ónseenrosc­an

en la cintura del hombre, en ese momento, el atribulado llega a comprender que todo en la vida llega a ser como una vana quimera. SIN SUFRIMIENT­O NO HAY SABIDURÍA, pero la tribulació­n le resulta tan amarga que el hombre no quiere saber nada de eso y vuelve la cara a otra parte.

Si te detienes un momento, miras atrás en tu vida y reflexiona­s un poco, descubrirá­s que tantos acontecimi­entos dolorosos de tu pasado que en un momento te parecieron desgracias; hoy, al cabo de diez años, estás comproband­o que te han traído mucha bendición, desprendim­iento y libertad interior. Al cabo de los años han resultado ser no desgracias, sino hechos providenci­ales en tu vida.

Por lo demás, solo el que ha sufrido puede conmoverse ante el dolor ajeno porque la experienci­a del dolor deja, en quien sufre, la sensibilid­ad y la comprensió­n hacia los demás dolientes. El que tiene la experienci­a del dolor siente, ante el sufrimient­o ajeno, un estremecim­iento del corazón, una inclinació­n de todo el ser hacia el que sufre. El que padece se compadece. (El arte de ser feliz).

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Honduras