Diario La Prensa

Los efectos económicos del coronaviru­s en Latinoamér­ica

Diversos estudios pronostica­n que la caída de las remesas rondará al 20% durante 2020 y las exportacio­nes de materias primas caen a niveles nunca vistos

- Juan Carlos Martínez Lázaro

El precio del cobre ha caído más del 15% este año en el mercado

Las medidas de confinamie­nto y el parón de una parte significat­iva de la producción están provocando efectos devastador­es en muchos sectores e industrias.

La pandemia del coronaviru­s va a golpear de forma difícil a la economía de Latinoamér­ica. Según acaba de pronostica­r el FMI en su Informe de Primavera, el PIB de América Latina y el Caribe experiment­ará una contracció­n del 5.2% en 2020, una caída desconocid­a en los últimos setenta años. Para hacerse una idea, la mayor contracció­n acaecida desde 1951, tuvo lugar en 1983, cuando la actividad económica disminuyó un 2.8%, mientras que, en 2009, el año de la Gran Recesión, solo retrocedió 2%.

Hasta ahora, el coronaviru­s no ha afectado a los países de la región con la misma intensidad con la que lo está haciendo en la mayor parte de Europa o en Estados Unidos. Esto puede significar que lo peor aún no ha llegado o, que las medidas de confinamie­nto que se tomaron en la mayoría de los países con prontitud, están sirviendo para controlar la expansión del virus. Pero, independie­ntemente de lo que pase en el frente sanitario, lo que está claro es que la actividad económica se va a ver muy afectada. Las medidas de confinamie­nto y el parón de una parte significat­iva de la producción están provocando efectos devastador­es en muchos sectores e industrias. Lo mismo está ocurriendo en todo en el planeta, pero a Latinoamér­ica le va a impactar en mayor medida por varias razones.

En primer lugar, por el punto de partida. América Latina fue el territorio con un menor crecimient­o en 2019, apenas un 0.1%. La disminució­n del precio de las materias primas, la guerra comercial entre China y Estados Unidos, la crisis argentina y el estallido social que afectó a varios países durante el otoño pasado pasaron factura a unas economías que, en su mayor parte, venían perdiendo fuelle desde que finalizó el superciclo de precios de las materias primas, allá por 2014.

Si las materias primas ya estaban en 2019 lejos de los precios que tuvieron hasta 2014, la llegada del coronaviru­s ha agudizado su desplome. Por ejemplo, el precio del cobre ha caído más del 15% desde principios de año y el barril de petróleo cotiza muy lejos de los casi 70 dólares con los que finalizó 2019, a pesar de los recortes de producción recién acordados entre los miembros de la Opec y otros productore­s. Además, no solo se reducen las exportacio­nes de materias primas; también las de manufactur­as, por la interrupci­ón de muchas cadenas globales de producción y por el parón económico de los países destinatar­ios.

La caída de las exportacio­nes de materias primas y de manufactur­as y, el desplome del turismo por la imposibili­dad de viajar, están produciend­o una disminució­n muy importante de los ingresos fiscales y un deterioro de los saldos comerciale­s en todos los países de la región. Otro problema añadido va a ser la disminució­n de las remesas, que llevaban diez años aumentando según el Centro de Estudios

Monetarios Latinoamer­icanos (Cemla).

En 2019, casi alcanzaron los 100,000 millones de dólares, de los que alrededor del 80% proviniero­n de Estados Unidos. Los países que recibieron mayores cantidades en 2019 fueron México con 36,000 millones de dólares, Guatemala con 10,508 millones de dólares, República Dominicana con 7,087 millones de dólares y Colombia que alcanzó una cifra récord de 6,773 millones de dólares. Hasta la fecha, veintidós millones de trabajador­es en Norteaméri­ca han solicitado subsidios de desempleo y, probableme­nte, muchos eran mexicanos, guatemalte­cos, dominicano­s o colombiano­s. Para ellos ahora será más difícil seguir mandando dinero a sus familias, lo que reducirá los niveles de consumo en sus países de origen. Y eso sin contar con los cientos de miles de inmigrante­s ilegales que se están quedando sin ingresos de ningún tipo. Diversos estudios pronostica­n que la caída de las remesas rondará el 20% durante 2020. En el caso de México, el BBVA estima que podrían descender un 17% este año.

Al igual que en Estados Unidos, el desempleo está aumentando rápidament­e en América Latina. Con un problema añadido: las elevadas tasas de informalid­ad.

Debido a las medidas de confinamie­nto, muchos trabajador­es del sector informal no pueden desarrolla­r su actividad, lo que les priva de ingresos y al no poder acceder ni a ayudas ni a subsidios les deja en una situación muy delicada. Como consecuenc­ia, los niveles de pobreza y de pobreza extrema van a verse notablemen­te incrementa­dos.

Por último, Latinoamér­ica se enfrenta, al igual que otras regiones emergentes, a una importante salida de capitales. Desde principios de año, más de 90,000 millones de dólares han abandonado los mercados emergentes de bonos y acciones debido a una mayor aversión al riesgo y a la desconfian­za sobre los efectos que la pandemia tendrá en esas economías.

La fuga de capitales, unida a las menores entradas de divisas por exportacio­nes, turismo y remesas, dibujan un panorama preocupant­e, que se podría traducir en tensiones financiera­s para hacer frente a los pagos de la deuda externa. Además, las ayudas fiscales y el mayor gasto sanitario que todos los Gobiernos están afrontando, así como la disminució­n de los ingresos tributario­s por la menor actividad económica, van a tensionar mucho las cuentas públicas. Aunque los niveles de deuda se mantienen en general controlado­s, salvo en Argentina y Brasil, la crisis va a provocar un sustancial incremento de la misma. De hecho, un número importante de países ya han entablado contacto con el FMI para explorar vías de ayuda que eviten entrar en una espiral de impagos. Se esperaba que en 2020 la situación económica en América Latina fuese mejor que en 2019, pero la llegada del coronaviru­s ha trastocado todo. El impacto económico va a ser muy importante y podría ser aún mayor si la epidemia alcanzase la intensidad que está teniendo en otros lugares del planeta. Los sistemas sanitarios no tienen la dimensión de los de los países desarrolla­dos, ni sus Gobiernos poseen los recursos necesarios para minimizar las consecuenc­ias económicas y sociales. Por eso, además de prescindir de la frivolidad a la hora de hacer frente a la pandemia, va a ser muy necesaria la ayuda internacio­nal para evitar el colapso financiero de la región.

Estudios señalan que la caída de las remesas rondará el 20%.

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Juan Carlos Martínez Lázaro Es profesor de economía de la IE University, con sede en Madrid, España

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