Desnudos de COVID
La pandemia global del COVID-19 se ha encargado de desnudar por completo múltiples asuntos de los cuales solo teníamos sospechas, desde el nivel mundial hasta el universo infinito de la individualidad de las personas.
Todos pensamos que las grandes potencias del orbe estaban listas para afrontar una crisis como la actual, evidentemente no ha sido así. Desde China, Estados Unidos, Italia, España, Inglaterra, Alemania, Japón, entre otros, están con un sacudimiento sanitario (y económico) que no ha tenido precedentes en la historia reciente.
Igualmente la Organización Mundial de la Salud está luchando con sus equipos de científicos para tratar de encontrar una solución médica; ello también ha mostrado que aunque la ciencia ha avanzado de manera estratosférica en las últimas décadas, seguramente se seguirá enfrentando a colosos que la pondrán a prueba.
Nuestro Gobierno también ha sido completamente desnudado; comprando las mascarillas más carillas del mercado para robárselas en el acto del IHSS, adquiriendo percoladoras supravaloradas, teniendo libertad sin ninguna supervisión de la “administración” de más de 90,000 millones de lempiras, lo cual es como darle al Chavo del 8 la responsabilidad que nos cuide una torta de jamón.
Ante ello, un líder de la Iglesia católica posteó en las redes sociales que “el virus que nos mataba desde antes de la pandemia era la corrupción, pero parece que tendremos que esperar muchísimo más para la vacuna contra esta, que contra el COVID-19, porque aunque se detecten los contagiados, lavarse las manos ya lo hacen, y máscaras ¡ya usaban!”
¿Qué debemos hacer? En esta circunstancia ya se demostróquenosobreviviráelpaísmás fuerte o el más rico, sino el más disciplinado. Aunque de manera temeraria se pretenda abrir el comercio y suspender maliciosamente la cuarentena, usted no ceda,porelbiensuyo,desufamilia,desuvecindario,delanación entera: que el COVID-19 desnude nuestra solidaridad y disciplina, no nuestra imprudencia.