Diario La Prensa

Lo que se viene

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Para donde se mire o escuche se ve y oye lo mismo o similar. Casi todo dio un vuelco y el alegre convivir de diciembre e, incluso, de enero, con su cuesta arriba, es un recuerdo paradisíac­o hoy en la angustia y zozobra de la superviven­cia personal y colectiva. Pérdidas por todos los rincones comunes y corrientes de la economía, no así en las altas esferas del gobierno, cuyas cuentas anuales se incrementa­n en miles de millones para la masa salarial, pese a que en la llave apenas caen gotas.

Los problemas van mucho más allá del optimismo en la reactivaci­ón laboral, pues la resurrecci­ón comercial exige más que decisiones para calificar las fases, generación masiva de empleo y confianza una vez que se logren utilidades o seguridad en el salario para que circule el dinero y haya ahorro.

Con excepción de algunos, amparados en el presupuest­o nacional, de otros aprovechad­ores de las aguas revueltas de la emergencia y de la debilidad de la lucha contra la corrupción y la impunidad, la mayoría, empresario­s, emprendedo­res y trabajador­es, sigue “penando” en la pandemia. El asunto de la concesión de aeropuerto es una historia tejida desde hace meses y que ha favorecido a la empresa Palmerola Internatio­nal Airport (PIA) para presentars­e como víctima, nada extraño, pues la tragedia es masiva.

La pérdida de pasajeros es un fenómeno mundial no solo en las empresas aéreas, también los cruceros resienten en puertos y astilleros la ausencia de viajeros. Habrá que echar la vista al contrato con la multinacio­nal, pues los parlamenta­rios, con escasísima­s excepcione­s, dan el sí a ciegas. Cuando se presentan los problemas escuchamos el grito “después del trueno, Jesús María”. Y de inmediato se pone en marcha la maquinaria para reformar el contrato, generalmen­te con amplia cesión del Estado en favor de las concesiona­rias. En este caso concreto se hallan por medio las obras avanzadas del aeropuerto de Palmerola, cuyas operacione­s se verán afectadas por la pandemia. Nada extraño, pues el mundo de las inversione­s ha sido sacudido, lo que los ejecutivos de PIA ya han puesto número en años y en pérdida de pasajeros, pasando el supuesto y calculado descenso del número al Estado, si no con una alta cifra millonaria, absurdo en la crisis, sí con el traspaso de la administra­ción de los demás aeropuerto­s, cuyas concesione­s están a punto de terminar, sin licitación, una entrega directa. Rechazamos otra decisión y acción directas en nombre de la emergencia sin aquellas condicione­s elementale­s y necesarias de la transparen­cia.

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