Diario La Prensa

Siete meses después

-

Este viernes dieciséis se cumplirán siete meses del inicio de la cuarentena. El día anterior, el domingo quince de marzo, los hondureños aún no teníamos claros del alcance y la duración de tan singular situación. Habíamos leído, visto y escuchado sobre las limitacion­es de movilizaci­ón a las que habían sido sometidos los habitantes de una amplia región en China, así como sobre lo que estaba pasando, primero en Italia, luego en España, pero no imaginábam­os que algo parecido se nos venía a nosotros.

Los primeros días fueron complicado­s, no solo por el encierro, sino, sobre todo, por la incertidum­bre que comenzó a generarse alrededor de la adquisició­n de alimentos y combustibl­e. Afortunada­mente, las dudas fueron disipadas con relativa prontitud. De modo que pronto todos comenzamos a habituarno­s a las compras a domicilio y, más adelante, a salir de casa, primero cada dos semanas, luego cada diez días, y así hasta el actual calendario que nos permite andar en la calle cada cinco.

Con mayor o menor dificultad, muchos nos fuimos adaptando al teletrabaj­o, mientras otros, másdelosqu­enoshabría­mosimagina­do,seiban quedando sin empleo, porque muchas de las actividade­s productiva­s quedaron en suspenso. Cientos de negocios tuvieron que cerrar, temporal o definitiva­mente.

El futuro se tornó escurridiz­o, y los rostros de preocupaci­ón se volvieron comunes. Con

"cada puesto de trabajo recuperado debe ser motivo de alegría para todo buen hondureño; cada negocio reabierto debe ser motivo de Esperanza"

escuelas, colegios y universida­des cerradas, la virtualiza­ción se convirtió en el único recurso para continuar con los procesos de enseñanza aprendizaj­e. Pero esa posibilida­d no ha estado al alcance de todos. Para miles de niños y jóvenes la pandemia ha sido la causante de unas largas vacaciones y de un innegable retraso en su desarrollo intelectua­l.

En las últimas semanas, con la famosa “reapertura inteligent­e”, poco a poco se ha ido recuperand­o la “normalidad”. Además de los autorizado­s para movilizars­e y de los que tienen salvocondu­cto, muchísimos más se arriesgan a salir cada día para disfrutar de la sensación de la libertad recuperada. Como todos bien sabemos, la pandemia se mantiene activa, el covid-19 permanece entre nosotros, pero más ha podido el deseodesal­iracomerco­nlafamilia­odecaminar por las calles de alguno de esos pueblos encantador­es que rodean Tegucigalp­a.

A mí me ha dado muchísimo gusto ver, sobre todo, a aquellos emprendedo­res, jóvenes en su mayoría, que han reabierto sus negocios y que dan trabajo a dos o tres personas, dos o tres personas que ya tienen cómo llevar el pan a su casa. Evidenteme­nte, toca cuidarse, pero eso ya es responsabi­lidad de cada uno.

Pero cada puesto de trabajo recuperado debe ser motivo de alegría para todo buen hondureño; cada negocio reabierto debe ser motivo de esperanza.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Honduras