Selección Nacional
Nos mal acostumbramos durante casi 20 años a tener una selección temible en el área de Concacaf independientemente que los resultados contra los grandes México, Estados Unidos y Costa Rica no siempre nos favorecieron.
Luego de la eliminación del Campeonato Mundial Rusia 2018 hemos venido en franco declive, aunque el año pasado logramos buenos resultados frente a selecciones del Caribe, Paraguay y Chile, y clasificamos para la final four de la Liga de Naciones junto a los tres grandes del área. Una selección en formación necesita muchos microciclos y partidos de fogueo, como ocurrió con los DT Rueda, Suárez y Pinto. Infortunadamente por culpa de la pandemia se perdió todo 2020. A los problemas que tuvieron todas las naciones hay que sumar las corruptas y malas decisiones tomadas por el Gobierno de Honduras que impidieron perder menos tiempo que los otros. Contra Guatemala, la Selección anduvo mal durante casi todo el partido porque no logró hacerse respetar por un rival en teoría inferior. Ese respeto apenas se sintió cuando ingresó el veterano Boniek García que demostró gran experiencia y le cambió la cara al equipo. Se notaron claramente los cuatro meses sin jugar que tenía Jonathan Rubio y la inactividad de Denil Maldonado. Por suerte, el rival tenía pocos argumentos, más allá del orden y su característica técnica. Si el fogueo hubiera sido contra México, Estados Unidos o alguna selección europea, con seguridad hubiéramos encajado un vergonzoso resultado. La ausencia que más gravitó fue la de Albert Elis porque su velocidad desequilibrante hubiera obligado a los guatemaltecos a salir de su esquema. Si a esto le sumamos la lesión de Benguché y el covid de última hora de Lozano, podemos concluir que no se le puede echar la culpa al cuerpo técnico. Al final fue un fogueo con la base de cuatro jugadores del Real España y apenas seis de los 12 legionarios, de los cuales dos desde hace tiempo no jugaban.