Diario La Prensa

Alivio tras salir de la lista negra

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Hace dos años, el pan triplica su precio en Sudán y produce una revuelta que terminaría derrocando al autócrata Omar al Bashir. Luego los sudaneses han sufrido varias desilusion­es, pero que no merman la esperanza en un futuro mejor.

A días de la fecha de aniversari­o del inicio de su revolución, los ciudadanos sudaneses se han deshecho de un lastre, que hundía y aislaba a su economía, con la retirada oficial de Sudán de la lista negra de Estados Unidos de los países que apoyan el terrorismo.

Ello ha traído algún alivio a la difícil transición política, marcada por unas relaciones degradadas entre militares y civiles, que podrían ser fatales para una joven y frágil democracia.

“Dos años después de la revolución, estamos decepciona­dos”, afirma Randa Ahmad, líder de la revuelta en la que el Ejército abandonó a Omar al Bashir, que llevaba 30 años en el poder.

Todo empezó el 19 de diciembre de 2018 en Atbara, cuna del sindicalis­mo a 250 km al norte de Jartum, con manifestac­iones contra el alza del pan decidida por las autoridade­s.

En esta ciudad ya se habían iniciado las revolucion­es de 1964 y de 1985, que condujeron a la caída de los dictadores Ibrahim Abboud y Gafaar Nimeiry. Y no hay dos sin tres...

El 25 de diciembre de 2018, la Asociación de Profesiona­les Sudaneses (SPA) entró en acción en Jartum, y convocó manifestac­iones diarias. La lucha fue larga y sangrienta, y acabó con el

"sudán sufre actualment­e una grave crisis socio-económica, acentuada por el covid-19, una inflación galopante y una inmensa deuda".

derrocamie­nto en abril de 2019 de Bashir.

Dos años más tarde, “pese a todo, creo en el éxito de nuestra revolución (...) y tendremos un Gobierno civil elegido democrátic­amente”, asegura Randa Ahmad.

Desde su independen­cia en 1956, Sudan ha conocido 54 años de dictadura militar, y es dirigido ahora por un poder híbrido, fruto de un matrimonio forzado entre militares y civiles, hasta las elecciones previstas a fines de 2022.

El país sufre actualment­e una grave crisis socio-económica, acentuada por el covid-19, una inflación galopante y una inmensa deuda (201% del PIB). El primer ministro, Abdalá Hamdok, renovó sus críticas contra el Ejército y los servicios de seguridad al considerar “inaceptabl­e” su peso excesivo en la economía. Días antes, el jefe del Ejército, el general Abdel Fattah al Burhan, criticó al Ejecutivo integrado mayoritari­amente por civiles, al considerar que había “fracasado en responder a las aspiracion­es del pueblo”. Mientrassi­guendeteri­orándosela­srelacione­sentreel general Burhan et Hamdok, Eric Reeves, investigad­or en el Rift Velley institute, está convencido de que esta “ruptura es cada vez más probable”. Para Naciones Unidas, “Sudán se encuentra en un momento crítico”. “El país puede avanzar de forma decisiva en su transición, pero estos progresos pueden descarrila­r ante numerosos escollos”, explicó el 8 de diciembre Rosemary Dicarlo, secretaria general adjunta de la ONU.

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