Familias centroamericanas huyen del acoso de pandillas
Según expertos, el flujo migratorio creció en 2019 por la violencia y los efectos colaterales de las pandillas
PANAMÁ. La violencia y el reclutamiento forzado de las pandillas en el Triángulo Norte de Centroamérica empujó en 2019 una ola migratoria de familias enteras que se frenó parcialmente por las restricciones por la pandemia; aunque el movimiento ya se reanudó con fuerza tras la apertura de las fronteras.
Este “fenómeno migratorio tan marcado” es uno de los efectos colaterales de las pandillas o maras que operan en Honduras, Guatemala y El Salvador, explicó a Efe la especialista regional en Protección de la Infancia y Migración de Unicef, Mónica Darer. “Las amenazas, la violencia y la persecución que se está dando en los países del norte de Centroamérica ya tiene una afectación mayor sobre las familias”, y por ello casi un 20% de los más de 3,100 entrevistados para el reporte dijeron que “huyeron” en unidades familiares, indicó.
Arrestos. Las cifras se dispararon en 2019: las familias aprehendidas en la frontera de EE UU con México aumentaron un 45%, pasando de 77,800 familias en 2018 a más de 432,000 el año pasado, según datos recogidos en el informe. El acoso es parte de la realidad que viven las familias centroamericanas, pues cuando
Cientos de migrantes centroamericanos se desplazan por frontera de Guatemala en busca de alcanzar el “sueño americano”.
las pandillas “persiguen a un individuo, también se ve afectado todo el grupo familiar, por eso huyen juntos”, señaló Darer. La violencia de las pandillas también afecta los ingresos domésticos por las “extorsiones” y obliga “desplazamientos internos, que los niños dejan de ir a la escuela por miedo, el reclutamiento forzoso”, englobando un efecto negativo socioeconómico en el hogar.
A finales de 2019, más de 800,000 personas de El Salvador, Guatemala y Honduras habían buscado protección internacional.
Migración en menores. Según Dader, la migración de adolescentes y menores no acompañados por Centroamérica ha ido creciendo “con números muy altos”. El reporte de Unicef y Acnur, realizado entre diciembre de 2019 y marzo de 2020 con 3,104 entrevistas
en El Salvador, Guatemala, Honduras y México, muestra que un 30% de los niños no acompañados identificaron algún tipo de violencia como el principal detonante de su desplazamiento, en su mayoría amenazas de muerte. Los menores no acompañados aprehendidos en la frontera sur de EE UU aumentaron el 68% el año pasado, pasando de 41,283 en 2018 a 69,157 a 2019. El cierre de fronteras y las medidas para frenar la pandemia en curso limitaron la migración de Centroamérica, especialmente en el Triángulo Norte (El Salvador, Guatemala y Honduras), pero agravando la violencia y persecución durante el confinamiento, recoge el informe.