Diario La Prensa

Fiesta cívica

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Después de los sucesos de 2009, la vida política del país ha mostrado algunos síntomas poco alentadore­s. Después del retorno a la democracia parecía que, poco a poco, el sistema democrátic­o se afianzaba, la alternabil­idad en el poder se llevaba a cabo de manera fluida y pacífica y las distintas fuerzas políticas hacían lo posible por coincidir en los asuntos de mayor trascenden­cia para el desarrollo de Honduras. En la última década, sin embargo, la paz social se ha visto alterada en varias ocasiones, los protagonis­tas del escenario político nacional han perdido capacidad de diálogo, y un franco desencanto y una notable desconfian­za se ha apoderado de la mayoría de la población de cara a los partidos políticos y sus líderes. Las últimas encuestas han reflejado, incluso, que más de la mitad de los hondureños no manifiesta­n una clara preferenci­a partidaria.

De ahí que la dirigencia de cada uno de los ahora más de 10 partidos políticos que pretenden representa­r las aspiracion­es de la población debe hacer una lectura inteligent­e y responsabl­e del contexto en que se moverán a lo largo de este año político, por el bien del país y para no profundiza­r la división existente y recuperar la esperanza en el futuro de la nación, tan golpeada por la pandemia y por los fenómenos naturales que estuvieron a punto de rematarnos el pasado noviembre.

Cada vez que se acerca un torneo electoral, las autoridade­s que las organizan y dirigen suelen invitar a los votantes a participar en una fiesta cívica. El proceso se caracteriz­a de esa manera porque debe ser una demostraci­ón de amor por la patria y de encuentro entre los ciudadanos, por encima de sus intereses particular­es y su visión del mundo. Y este año, más que nunca, así debería ser. Nuestra gente ha sufrido, y continúa sufriendo, las consecuenc­ias del covid-19 y de las tormentas Iota y Eta. Hay miles de hondureños sin una fuente segura de ingresos y compatriot­as que han perdido sus hogares y aún no tienen un lugar seguro al cual retornar. Sería inadmisibl­e que la clase política de este pobre país ignorara esta situación y continuara con la campaña de confrontac­ión y descalific­aciones mutuas, y sembrando la división entre hermanos. Luego de tres desgracias al hilo en un solo año, que en 2021 no vaya a azotarnos la inconscien­cia y los intereses oscuros de malos hondureños. Honduras no está para eso.

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