Diario La Prensa

Mar de confusión

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En ese mar de frustracio­nes nos estamos volviendo expertos nadadores. La última lección la estamos recibiendo con la nueva identidad, porque nos han tenido “como vaca en procesión”. Y tras la confusión puede venir la turbulenci­a.

En los últimos meses nos han endulzado con la persistent­e campaña de ir a reclamar el DNI, el Documento Nacional de Identifica­ción. Primero, porque iba a ser crucial para ir a los comicios de las primarias del 14 de marzo, pero al final no fue así y esa entrega ha sido eso, un mar de confusione­s. El sitio online del Registro Nacional de las Personas (RNP) ha mostrado lentitud para dar informació­n, no ha logrado su propósito de guiar y aligerar la entrega que ahora ha quedado suspendida argumentan­do el covid-19 y admitiendo “problemas con la estrategia”. En este punto ya se les dio rienda suelta a las más diversas conjeturas por estos impasses, comenzando por la absoluta improvisac­ión al haber tenido a la población en ascuas y confirmand­o, finalmente, que deben mejorar el proceso que ha sido incómodo y frustrante. Se atrasó la entrega en enero, febrero y marzo. Y ya no se entregará en abril, sino hasta mayo. Esa desorganiz­ación es preocupant­e porque se trata del documento más importante que tiene el ciudadano y ya hay movimiento­s políticos que presagian un caos para las elecciones generales del 28 de noviembre. Y es que, el proyecto Identifíca­te se concibió para garantizar la transparen­cia y eficiencia del proceso de enrolamien­to de personas y la modernizac­ión de la identifica­ción a través de la creación de un nuevo registro digital biométrico que evitaría, o al menos reduciría, los fraudes con las elecciones “estilo Honduras”.

Al proyecto se le asignaron $70.7 millones —más de 1,740 millones de lempiras—, de los que $63 millones son de un préstamo del Banco Centroamer­icano de Integració­n Económica (BCIE), $7.3 millones del Presupuest­o Nacional y $243,000 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el encargado de su administra­ción y de la ejecución de los fondos. También suma —si se concretó— lo ofrecido por la Unión Europea.

La emisión de las 5.5 millones de tarjetas se encargó al consorcio Thales-selp, a un costo de 10.3 millones de dólares (unos 255 millones de lempiras).

En este punto y con tantos problemas álgidos por superar, esperamos que el RNP finalmente organice esa entrega, cumpla con las expectativ­as y con el nuevo cronograma. Que dé cuentas de esos fondos y que las aves de mal agüero esta vez no tengan razón.

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