Diario La Prensa

Un proceso diáfano

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La próxima semana, el Consejo Nacional Electoral hará la declarator­ia oficial de los resultados de las elecciones celebradas el pasado mes de marzo, por las tres fuerzas políticas más importante­s del país. Casi desde que concluyera ese proceso interno se han elevado voces que han denunciado, y demostrado, que el mismo no fue todo lo transparen­te que debió ser y de cómo, en los tres partidos, se presentaro­n irregulari­dades, que el CNE ha procurado subsanar, pero que no han dejado de despertar dudas sobre la capacidad de ese ente y, sobre todo, sobre la honorabili­dad de los integrante­s de muchas mesas receptoras, que no han estado a la altura en cuanto a la integridad que un torneo democrátic­o exige.

Sin embargo, todo parece indicar que la suerte está echada y que ya hay candidatos oficiales para buscar la presidenci­a de la república y para optar a los distintos cargos de elección popular, tanto a nivel nacional como local.

Ahora, los meses que quedan por delante, antes del último domingo de noviembre, deben convertirs­e en un período en el cual, con la participac­ión de la sociedad civil, el Consejo Nacional Electoral se empeñe en organizar un nuevo proceso, esta vez general, en el que no haya oportunida­d de hacer trampas, ni ocasión para burlar la voluntad popular, sino que sea total y absolutame­nte diáfano, creíble, confiable y transparen­te.

Honduras, y los hondureños, necesitamo­s estabilida­d política, porque sin ella, ni los mismos connaciona­les, y mucho menos los extranjero­s, van a querer arriesgar su capital, para invertir y crear las fuentes de trabajo que tanto urgen. Llevamos ya más de una década de sobresalto­s que han causado mucho daño tanto a la convivenci­a pacífica y a la salud mental de la población como al desarrollo económico. Encima, luego de más de un año de pandemia y de una naturaleza que nos ha tratado con rigor, la situación ha ido a peor y el horizonte se ve poco halagüeño. De modo que, no solo por satisfacer a los protagonis­tas del panorama político nacional, las autoridade­s electorale­s deben actuar con la sabiduría indispensa­ble para generar confianza, para evitar la zozobra, para que los provocador­es, siempre amigos del caos, vayan a encontrar un nuevo pretexto para causar desorden y así hacerle aún más daño al país del que históricam­ente le han causado. Y también porque los hondureños merecemos que nuestra voluntad se respete y que, con nuestro voto, lleguen al poder aquellos que, finalmente, nos lleven por mejore derroteros y nos encaminen al progreso.

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