52 AÑOS SIN OBRAS TIENEN EN LA MISERIA AL VALLE
En 52 años, más de 50 fenómenos afectaron al país Una decena provocó grandes daños económicos El Fifí y el Mitch fueron los más destructivos
> Una decena de tormentas en los últimos 52 años le causaron al valle de Sula más de $11,000 millones en daños y pérdidas por carecer de infraestructura para controlar las inundaciones > El Mitch dejó cerca de $6,000 millones en daños y un retroceso de 20 años en el desarrollo social y económico > Dante Mossi, presidente del BCIE: “El valle de Sula necesita protección de una buena vez”
SAN PEDRO SULA. Una decena de fenómenos climatológicos ocurridos en los últimos 52 años le causaron a Honduras más de $11,000 millones en daños y pérdidas por carecer de infraestructura adecuada para controlar y contener las inundaciones.
Esta suma de daños y pérdidas, la cual equivale a la actual deuda externa pública y privada ($10,849 millones), excluye el costo de reposición de la infraestructura y los gastos millonarios que los diferentes Gobiernos han erogado para atender cada crisis humanitaria derivada de las catástrofes. Desde 1969, cuando el huracán Francelia golpeó al país, hasta 2020, cuando Eta y Iota anegaron la costa norte, los hondureños han estado perdiendo un promedio de $220 millones anuales porque los Gobiernos no han construido nuevas represas y canales de alivio en el valle de Sula.
En noviembre pasado, los huracanes Eta y Iota, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), causaron unos $2,000 millones en daños y pérdidas (más 95 muertos), saldo que Honduras pudo haber reducido o no haber pagado si en la última década el Gobierno hubiera construido directa o indirectamente con $1,100 millones tres represas en el noroccidente: los embalses de El Tablón en río Chamelecón (con una inversión de $168 millones) y Los Llanitos y Jicatuyo ($900 millones) en el río Ulúa. En medio siglo, los huracanes, lluvias y depresiones, además de causar más de 15,000 muertes y afectar a unas tres millones de personas, debilitaron la economía y empobrecieron la sociedad al destruir el sistema productivo y la infraestructura vial y portuaria. Con seguridad, por lo menos a mediano plazo (próximos cinco años), estas cifras continuarán multiplicándose pues, hasta ahora, el Gobierno no ha colocado ni una piedra en una nueva obra para controlar futuras inundaciones a pesar de la tragedia que atravesaron 437,000 personas el año anterior.
“Eso es seguro. Tendremos más pérdidas si no hay inversión en obras que controlen las inundaciones. Para nosotros, las pérdidas son mucho más grandes porque hay aspectos que no los podemos cuantificar”, advierte Gerardo Meraz, coordinador del Consejo Regional de Desarrollo del Valle de Sula. A lo largo de este período, entidades como la Cepal, la Oficina para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNISDR), otras organizaciones internacionales y la Comisión Permanente de Contingencias (Copeco) han calculado los daños y pérdidas con el objeto de traducir de inmediato en números el impacto de los fenómenos y buscar apoyo internacional.
Por ejemplo, en el informe denominado Evaluación de daños y pérdidas, huracanes Eta y Iota, la Cepal consignó que
“EL VALLE DE SULA ES LA REGIÓN QUE MÁS RIQUEZA GENERA Y ES EL MÁS AFECTADO POR LAS INUNDACIONES”
GERARDO MERAZ
Coordinador Consejo Regional
Honduras perdió $10,200 millones por daños provocados por 25 de 81 fenómenos naturales (epidemias, terremotos, sequías, inundaciones, tormentas y otros) registrados en la base de datos del Centro para la Investigación sobre la Epidemiología de los Desastres (Cred) con sede en Bruselas, Bélgica. Helmis Cárdenas, presidente del Colegio Hondureño de Economistas (CHE), cree que las catástrofes derivadas de fenómenos naturales “se están agravando y causando mayores daños económicos por la destrucción de la infraestructura productiva y de comunicaciones y, a pesar de eso, no hay soluciones”.
“En los tiempos anteriores, en la zona norte, la más vulnerable, eran las compañías bananeras las que invertían en los bordos de contención y tenían un control sobre inundaciones. Sabemos que los problemas climáticos van a empeorar y sabemos que la filosofía del Estado cambió en la década de 1980 por el peso de la deuda externa y las pérdidas continuas de las empresas públicas: el Estado redujo su interés en inversión pública y hoy depende de las alianzas público-privadas, lo cual demora la ejecución de estas obras”, dijo.
Pero la carencia de obras que controlen las inundaciones no solo es responsabilidad del Gobierno, plantea Cárdenas, “hay poblaciones que se oponen a la construcción de represas grandes porque hay un vacío legal por no haber una reglamentación del convenio 169 de la OIT sobre la consulta libre e informada a las comunidades. Por esto han quemado maquinaria de empresas dueñas de proyecto hidroeléctricos, lo cual crea incertidumbre y temor en el sector privado y en organizaciones internacionales que pueden financiar estos proyectos”. En media centuria ocurrieron más de 50 fenómenos (huracanes, tormentas o depresiones tropicales) que afectaron en diferentes escalas al país. De todos, el Fifí (1974) y el Mitch (1998) han causado las mayores catástrofes: el 78% de los $11,000 millones de daños y más del 90% de las muertes.
Cifras de las desaparecidas Secretaría Técnica del Consejo Superior de Planificación Económica y de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público indican que el Fifí provocó unos $55 millones en daños solo en infraestructura, equivalente al 20% de la inversión que el Gobierno ejecutó en los nuevos años previos a la catástrofe que dejó más de ocho mil muertos.
Casi dos décadas y media después, el huracán Mitch causó cerca de $6,000 millones en daños (53%) y pérdidas (47%), según Cepal, y provocó un retroceso de 20 años (de acuerdo con el informe El cambio climático en Honduras, la infancia en peligro de Unicef ) en el desarrollo social y económico.
Canal Maya. En 2005, el Gobierno de Ricardo Maduro dio por concluida la construcción del canal Maya, construido por la Comisión para el Control de Inundaciones del Valle de Sula para drenar parte del caudal del río Chamelecón que durante el Mitch inundó La Lima y hasta el aeropuerto Ramón Villeda Morales.
Entre 1998 y 2019 hubo 11 tormentas que causaron 101 muertos, afectaron a 235,000 personas y provocaron daños por $272 millones. En este ciclo, el Maya y otros canales de alivio del Chamelecón y Ulúa soportaron la presión de la carga hidráulica y evitaron nuevas inundaciones. El año anterior, las lluvias de Eta y Iota, según la Comisión para el Control de Inundaciones del Valle de Sula, superaron la capacidad hidráulica de los ríos Chamelecón (1,900 metros cúbicos por segundo) y Ulúa (4,000 metros cúbicos por segundo) y rompieron los muros de contención e inundaron gran parte del valle.