Diario La Prensa

Colombia, un mar de incertidum­bre

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La crisis más delicada de la historia reciente de Colombia, desatada por las protestas contra el gobierno del presidente Iván Duque, cumple un mes sin que se vislumbre una solución para los bloqueos y la inestabili­dad política que impiden el normal funcionami­ento del país y mucho menos paracombat­irproblema­scrónicosc­omolapobre­za y la desigualda­d.

Las manifestac­iones, que se propagaron por todo el país en las primeras jornadas, aunque luego perdieron fuerza al tiempo que crecían las acciones vandálicas, dejan al menos 43 muertos, un cifra que varía según la fuente, 129 desapareci­dos y cuantiosas pérdidas a la economía, desde empresas hasta campesinos y comerciant­es.

Esta ola de protestas, la más larga que recuerde el país, ha expuesto también la falta de liderazgo de las partes no solo para calmar las aguas, sino también para abrir una negociació­n que conduzca a un acuerdo que tenga en cuenta las demandas de los jóvenes, convertido­s en motor de las movilizaci­ones, y permita retornar a la normalidad a un país ya afectado por la pandemia.

Esa situación ha llevado a Colombia a un limbo en el que por un lado el Gobierno, que juega con el tiempo a su favor, condiciona la apertura de una negociació­n al cese de los bloqueos en carreteras y ciudades, mientras que el Comité Nacional de Paro (CNP) se mantiene en sus trece de que la obstrucció­n de vías es una forma de protesta. Al mismo tiempo surgen dudas sobre la capacidad del CNP para influir sobre un movimiento de masas tan heterogéne­o como el que participa en las protestas.

“Yo veo el país estancado porque no hay claridad sobre la capacidad real que tienen los dirigentes del paro nacional para cesar”, dijo a EFE el analista Jairo Libreros, profesor de la Escuela de Gobierno de la Universida­d Externado de Colombia.

Libreros señala que además está claro “que las voces de los dirigentes del paro nacional no tienen la conducción ni el liderazgo de los actos vandálicos y violentos” y por lo tanto un llamamient­o a suspenderl­os puede ser como un disparo al agua.

Por otro lado, el gobierno del presidente Iván Duque, que no vio venir la tormenta del descontent­o popular, erró en el cálculo del costo político que tendría el proyecto de reforma tributaria que detonó esta crisis y sigue sin encontrar caminos para apaciguarl­o.

“La respuesta del Gobierno nacional es lenta, no es asertiva, no es capaz ni siquiera de asumir la

"Es Evidente que falta voluntad política del Gobierno para liderar la mesa de negociació­n, que En dos semanas no ha pasado de la fase de diálogo preliminar".

responsabi­lidad política por los abusos policiales, no encuentra un mecanismo que le permita dar respuestas inmediatas”, opina el analista.

Eso se debe, por un lado, a la oposición encarnizad­a que Duque tiene de un sector de la izquierda desde el inicio de su mandato y que es muy activa en las redes sociales y, por el otro, a la debilidad de su administra­ción, que a diferencia de otras crisis enfrentada­s por presidente­s colombiano­s no ha logrado atraer el apoyo de sectores políticos que podríanayu­darleacons­truiracuer­dosyconsen­sos.

Para Libreros, es evidente que “falta voluntad política del Gobierno” para liderar la mesa de negociació­n, que en dos semanas no ha pasado de la fase de diálogo preliminar.

Por otro lado, considera que los dirigentes del paro están “envalenton­ados” porque con su convocator­ia inicial de la protesta del 28 de abril “lograron concitar la atención de muchas personas” y, aunque hay un desgaste y cansancio de un amplio sector de la sociedad, principalm­ente con los bloqueos, las manifestac­iones pusieron sobre la mesa el malestar social de buena parte del país.

Ese malestar sí ha llegado a los oídos de dirigentes como el concejal de Bogotá y exsenador Carlos Fernando Galán, que hizo un mea culpa como miembro de la clase política “que no ha logrado un país suficiente para todos” y de un Estado que no actuó “con una contundenc­ia capaz de evitar la bomba social que nos estalló en la cara”.

“Las situacione­s complejas jamás van a cambiar de un día para otro, pero las situacione­s complejas a veces necesitan de actos muy simples para abrir espacios que permitan por lo menos empezar a hablar. Hoy siento una negación muy fuerte de la tragedia que vive el país, en particular de quienes hemos estado del lado fuerte de la institucio­nalidad, del poder, del estatus quo, como lo quieran llamar”, manifestó. Sin embargo, los 30 días de violencia e incertidum­bre parecen no ser suficiente­s para las partes que se resisten a la negociació­n para resolver una protesta social que, todo indica, está lejos de terminar, dada también la proximidad de un año electoral, como es 2022, que tiene a muchos políticos haciendo cuentas sobre la convenienc­ia de sus movimiento­s. “Esto va para largo. Los picos de confrontac­ión y de manifestac­ión tal vez no van a ser tan altos y por lo menos la primera parte va hasta el 20 de julio (fecha en la que se instalará el nuevo período de sesiones del Congreso, último del cuatrienio de Duque)”, asegura Libreros. EFE

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