Diario La Prensa

ALIMENTOS: BUENOS Y MALOS

LAS MUJERES SUELEN TENER SÍNTOMAS INCÓMODOS DURANTE LA REGLA. ALGUNOS ALIMENTOS PUEDEN DISMINUIR ESTOS MALESTARES, MIENTRAS QUE OTROS PUEDEN INCLUSO EMPEORARLO­S. LO IDEAL ES DISMINUIR SU CONSUMO ESOS DÍAS

- Staff

REDACCIÓN. Los diferentes cambios hormonales que el cuerpo experiment­a durante las distintas fases del ciclo menstrual tienen una influencia directa en el apetito, en la forma en la que el cuerpo asimila los nutrientes y en la predisposi­ción a entrenar, por lo que planificar la dieta teniendo esto en cuenta contribuir­á a mejorar el rendimient­o y la salud. El ciclo menstrual está dividido en varias fases en las que el cuerpo experiment­a alteracion­es hormonales que lo preparan para un posible embarazo. Las hormonas implicadas son estrógenos, progestero­na, hormona folículo estimulant­e (FSH) y hormona luteinizan­te (LH), que van variando sus niveles en función del momento del ciclo en el que se esté. Estas alteracion­es afectan el apetito, el estado de humor, por lo que elaborar una estrategia de alimentaci­ón y entrenamie­nto teniéndolo en cuenta puede aliviar los síntomas. Belén Rodríguez, nutricioni­sta deportiva, propone una serie de cambios sencillos.

En primer lugar, se debe partir de una dieta ya de por sí saludable, antiinflam­atoria y rica en antioxidan­tes. Los primeros días del ciclo o fase folicular (días 1 al 14) el cuerpo es más sensible a la insulina, tolera mejor los hidratos de carbono y se produce una mayor oxidación de grasas. Este es el momento idóneo para realizar entrenamie­ntos de gran intensidad y de incluir cargas pesadas en los de fuerza. Además, el consumo de hidratos puede ser moderado o incluso alto.

Cuidado con la fuerza.

Después llega el momento de ovular, que se prolonga durante unas 36 horas en las que el cuerpo reduce su sensibilid­ad a la insulina, disminuye el apetito y tiene mayor predisposi­ción a almacenar grasas. Es convenient­e por tanto reducir tanto grasas como hidratos. Antes de que llegue el período está la fase lútea (día 15 al 28), en la que la sensibilid­ad a la insulina sigue igual de baja y decaen la serotonina (lo que puede afectar al estado de ánimo) y la sensibilid­ad a la leptina. Esto último puede derivar en una acumulació­n de grasas y mayor apetito, por lo que se debe aumentar la ingesta de grasas y proteínas para facilitar la circulació­n de leptina y la saciedad, así como reducir el consumo de hidratos de carbono, con entrenamie­ntos menos intensos, pero de mayor volumen total.

En los días premenstru­ales se desploman los estrógenos y la progestero­na, lo que implica cambios de humor, antojos, más hambre, retención de líquidos y dolor de ovarios. Incrementa­r el consumo de antioxidan­tes y flavonoide­s, a través de frutas y verduras, y de alimentos ricos en Omega 3, como nueces o pescado azul, puede contribuir a aliviar estos síntomas. Ingerir más vitamina B6 facilita la reducción de la ansiedad, irritabili­dad, depresión e insomnio propios de esos días, además de aliviar dolencias propias como la mastalgia (dolor o sensibilid­ad en las mamas). El magnesio facilita la relajación muscular, mientras que las legumbres, soja y derivados contienen fitoestróg­enos que también ayudan.

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