Diario La Prensa

Un viejo roquero y una inspiració­n

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Para nosotros, Jonathan Bornstein es el verdadero héroe americano, el de carne y hueso. Un tipo humilde, carismátic­o, educado, servicial. Y hay que sumarle, excéntrico. Solo eso puede explicar su decisión de terminar su vasta carrera en La Ceiba, a miles de kilómetros de su natal Torrance, California. O, puede ser, que Bornstein haya entendido lo que él significa para Honduras y haya decidido darse un baño de masas. Eso es lo que se merece cualquier persona después de ser el artífice de la mayor alegría colectiva de nueve millones de hondureños. Que vaya de cancha en cancha, de ovación en ovación y de aplauso en aplauso, recibiendo las gracias por la emoción, el júbilo, los gritos, los abrazos y las caravanas de aquel 14 de octubre de 2009, segundos después de que él surcara el espacio aéreo y con un frentazo colocara a Honduras en el Mundial de Sudáfrica. Y lejos de Torrance, California, en Santa Elena, Santa Cruz de Yojoa, nace la historia de Francisco Martínez el “Chelito”. La irrupción de un labriego en primera, su categoría y su desparpajo son el triunfo de la humildad, el triunfo del amateurism­o, lo que alimenta los sueños y les da esperanza a los pobres.

La de Bornstein y el Chelito son dos grandes historias en medio de un torneo que arranca hoy sin novedades. Como casi siempre, Olimpia, eso sí, sin la ilusión de que deleite como en antaño, parte como el gran favorito. Motagua en vez de potenciars­e se debilitó. A su crisis de fe le sumó inestabili­dad en el marco; sin Denil, una zaga más frágil, y la media cancha sigue sin brújula. O sea, ¿quién va a abastecer a los tres grandotes de arriba, Edy, Moreira y Campana? Real España y Marathón son una incógnita. Creo que van a andar bien y pelearán arriba. El Palomo le impregnará lucha y dinamismo a sus jugadores, y el doctor Názar, su impronta, su liderazgo y madurez a un equipo que cerró el torneo anterior por todo lo alto. Castellón y Jhon Jairo hacen jugar hasta las piedras, el Olancho ojalá ratifique todo lo bueno que hizo el certamen anterior, en La Ceiba no hay nada claro y Real Sociedad remará río arriba con pocas posibilida­des de éxito.

Así que para iniciar el plato está servido: ir a ovacionar a Bornstein y admirar al Chelito. Ambos se lo merecen, se lo han ganado con creces.

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