Diario La Prensa

Masacres, la pesadilla americana

- Jorge Ramos OPINION@LAPRENSA.HN

Lo mejor de Estados Unidos son sus oportunida­des y libertades. Lo peor es que un pistolero te puede matar a ti y a tu familia en un cine, en un supermerca­do, en un salón de baile o en una escuela.

Es un problema complejo, pero que, en el fondo, tiene un claro origen: hay demasiados rifles y pistolas en Estados Unidos. Hay más armas que personas. Existen más de 393 millones de armas en un país con una población de 336 millones de personas.

Más datos.

Cuatro de cada 10 adultos en Estados Unidos viven en una casa con un rifle o una pistola, según el Centro Pew. Y el 30 por ciento es dueño de un arma. La principal razón para comprar un arma es protección personal.

Pero es muy distinto pelearse con el vecino, el compañero de trabajo o el cónyuge a grito pelado que hacerlo cuando hay una pistola cargada cerca. Es, también, una cuestión de salud mental. En todos los países hay gente con problemas sicológico­s y de adaptación. Sin embargo, hay pocos países como Estados Unidos que da acceso a las armas tan fácilmente, incluso, a aquellos con desequilib­rios emocionale­s serios.

Se ha dicho muchas veces, pero no exagero al decir que aquí es más fácil conseguir un arma de fuego que una medicina sin receta médica. A veces puede comprarse al instante y en otras, dependiend­o el estado, hay que esperar un poco. Al final de cuentas, un vídeo en la Internet te puede enseñar cómo usar armas y municiones. Son lecciones para matar.

Es una verdadera tragedia estadounid­ense que una de las primeras cosas que le enseñan a los niños en las escuelas es cómo protegerse y esconderse de un pistolero si se cuela cerca de su salón de clases. Los ves en posición fetal, debajo de su pupitre y cerca de una pared, con sus caras marcadas por el pánico.

Me ha tocado cubrir muchas masacres en escuelas -en Uvalde, Texas (21 muertos en 2022), en Parkland, Florida (17 muertos en 2018) y en la universida­d de Virginia Tech (32 personas en 2007)y no deja de sorprender­me la facilidad con la que los asesinos consiguier­on las armas -en muchos casos se trata de armamento de guerra- y entraron al centro educativo. Y lo primero que piensas es que nos pudo haber ocurrido a cualquiera en Estados Unidos. Es la pesadilla americana.

Cada vez que escucho de un tiroteo, mi corazón se echa a correr hasta saber dónde ocurrió. Luego sigue una tortuosa rutina: corro al estudio de televisión, escuchamos el reporte de muertos y una breve historia del pistolero, nos enteramos de cómo consiguió las armas, asistimos al funeral de las víctimas, los políticos prometen que harán algo… y nada cambia. Hasta la siguiente masacre.

Esta fue una semana particular­mente difícil con dos masacres en California: una en Monterrey Park con 11 muertos y otra en Half Moon Bay con siete. Y ocurrieron en un estado donde existen algunas de las más estrictas leyes de posesión de armas del país. De nada sirvió. En este país siempre hay un rifle o una pistola disponible para matar.

Las estadístic­as son escalofria­ntes. En los primeros 24 días del 2023 hubo 39 masacres y 69 muertos, según contó The New York Times. Arbitraria­mente aquí se considera una masacre cuando hay cuatro muertos o más. Pero Estados Unidos ha normalizad­o estas matanzas y está casi anestesiad­o. Pocos creen que se pueda hacer algo.

El congreso está absolutame­nte dividido y los Republican­os se niegan a aprobar cualquier ley que rasque la segunda enmienda de la constituci­ón (que considera un ‘derecho” el uso y posesión de armas de fuego). Así, lo único que nos queda es esperar la siguiente matanza. Y cruzar los dedos para que no ocurra cerca de casa.

En 2022 hubo 20,200 asesinatos con armas de fuego en Estados Unidos, según el sitio www.gunviolenc­earchive.org. Pero hubo tantas masacres -647con amplia cobertura noticiosa que nos sentimos inundados de tragedias. (Aquí abro un pequeño y doloroso paréntesis mexicano. En el 2022 en México hubo 30,968 homicidios dolosos, muchos más que en Estados Unidos, y a pesar de tener una población casi tres veces más pequeña: 132 millones. Es decir, México sigue siendo mucho más violento que Estados Unidos.)

Y aun así, una masacre puede ocurrir en el momento y en el lugar más inesperado.

My Nahn, de 65 años, había ido a bailar al Star Ballroom Dance Studio en Monterrey Park, California, el sábado pasado para celebrar el año nuevo lunar. Pero al salir, mientras echaba su carro en reversa, se cruzó con el pistolero de 72 años de edad. Él se acercó a su ventana y le disparó varias veces, de acuerdo con la crónica de The New York Times. My Nahn fue la primera de 11 víctimas mortales esa noche. ¿Hay acaso un lugar menos propicio para ser asesinado que un salón de baile para mayores de edad en California? Esa es la gran tragedia en Estados Unidos. Que ya nadie, en ningún lugar, está a salvo.

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