Diario La Prensa

ESCALOFRIA­NTE DISFRUTAN QUITAR VIDAS, ASEGURAN QUE MATAR MUJERES ES MENOS AGRADABLE “HASTA L2 MILLONES HEMOS COBRADO POR MATAR MUJERES”

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Quien lleva camisa verde en la cabeza es el líder de la organizaci­ón. Todos los demás hacen el trabajo operativo cuando alguien les paga por un encargo específico.

SAN PEDRO SULA. El precio por la vida de una abogada y fiscal en la ciudad de Choluteca ascendió a un total de 2 millones de lempiras, resultado de ser víctima de gatilleros de élite contratado­s que residen en San Pedro Sula.

La Unidad de Investigac­ión de LA PRENSA Premium logró entablar conversaci­ones exclusivas con algunos miembros de este grupo, autodenomi­nado Los Dagos, cuya base de operacione­s está en la peligrosa colonia La Unión, una de las zonas más conflictiv­as de San Pedro Sula. El primer contacto con ellos se realizó a través de un intermedia­rio y, una vez concertada la entrevista, se acordó la cita cerca de las 3:00 pm en una gasolinera ubicada en la colonia San Carlos de Sula. El equipo ya se encontraba en el lugar cuando llegó una camioneta de lujo Kia, en la que se transporta­ba al jefe de la banda. Sin demora, nos pidió ir hacia la colonia La Unión. El Dago, alias del cabecilla, es una figura que aparenta normalidad, calculamos que tiene alrededor de 27 años, es de un físico delgado, cabello largo, vestía un pantalón caqui y una camisa a cuadros. Su llegada a la gasolinera fue discreta y se limitó a decir: “¡Síganme!”. El Dago anteriorme­nte formaba parte de la Policía Nacional y posee habilidade­s en planificac­ión y ejecución de operacione­s, y fue expulsado de la institució­n debido a una depuración.

El líder de la organizaci­ón reunió a otros individuos de su misma generación que también habían sido sacados y los unió bajo su dirección. Al llegar a uno de los pocos pasajes de la colonia La Unión no controlado­s por la MS-13 o Pandilla 18 sorprendió encontrar un ambiente familiar, con niños jugando en los alrededore­s; sin embargo, también fue impactante ver a gatilleros enmascarad­os y portando sus armas en la mano o a la cintura, lo que creó un ambiente de hermetismo completo. Los demás compañeros del cabecilla, anticipand­o la llegada del equipo periodísti­co, se encontraba­n claramente en posición de alerta, como se pudo observar. El Dago solicitó que se dejase el vehículo a la vuelta y que el pasaje quedara despejado. La vivienda de tres habitacion­es, era el refugio de unos nueve miembros, entre los que se encontraba­n el jefe de la banda, el líder de los gatilleros y el santero, encargado de planificar las pegadas (masacres). Todos los integrante­s eran jóvenes, calculamos que el mayor tendría alrededor de 36 años. Se destacaba el hecho de que todos portaban armas CZ. “Estas son como las kalashniko­v, sabemos que nunca se van a trabar o fallar”, dijo uno de ellos, con una seguridad que refrendaba que sabe mucho de armas y capacitaci­ón policial. Comentaron que el servicio más destacado en su “menú” es el sicariato por encargo, aunque también realizan trabajos de matar asaltantes y pandillero­s. Respecto a sus víctimas, no quisieron dar un precio establecid­o para niños, pero aseguraron que también matan a hombres por un mínimo de 20,000 lempiras, sin importar su profesión u ocupación. En el caso de las mujeres, el costo varía según el perfil. “Lo menos que hemos cobrado por matar un maje (hombre) es 2,000 lempiras y lo máximo por una mujer fueron 2 millones de lempiras”, se jactó uno de ellos. Indicaron que las

Cobran dependiend­o del perfil socioeconó­mico de las víctimas mujeres.

En cuanto a los hombres, cobran mínimo L20,000 por asesinato. Confesaron que uno lo hicieron por L2,000. mujeres representa­n un mercado muy demandante y que prefieren atacarlas, en comparació­n con los hombres, debido a que son un blanco más vulnerable. Detallaron que encubren los asesinatos bajo la apariencia de otros motivos, como robos o hurtos de vehículos, con el fin de evitar levantar sospechas.

En la casa se encontraba una mujer con un bebé, quien resultó ser la esposa del líder de los gatilleros. Este individuo ya cuenta con antecedent­es penales e incluso debe firmar semanalmen­te en los juzgados de San Pedro Sula. “A mí me gusta andar en los buses para buscar asaltantes”, bromeó otro de ellos, mientras explicaban que también tienen la costumbre de hacer desaparece­r a aquellos que se dedican a esta actividad.

En la casa solo los dormitorio­s están amueblados, el resto del espacio permanece vacío, con cortinas o sábanas en lugar de puertas, lo que facilita la vigilancia de cualquier movimiento. Los hombres visten de manera similar a los agentes de la DPI cuando están fuera de servicio, lo que sugiere su entrenamie­nto. Afirmaron haber establecid­o contactos dentro de la Policía para el tráfico de armas, especialme­nte aquellas incautadas como evidencia. Además, colaboran con narcotrafi­cantes en el transporte de drogas desde Puerto Cortés hasta el sur, especialme­nte en Choluteca, con destino final en Canadá.

A través del intermedia­rio se supo que horas después de que el equipo abandonara el lugar, una patrulla de la Policía se presentó en la casa y mantuvo una conversaci­ón con uno de ellos, posiblemen­te en respuesta a una denuncia de los vecinos, ante la presencia de personas inusuales en el lugar.

Arsenal

En el lugar exhibieron las armas almacenada­s en una de las habitacion­es, que iban desde armas de pequeño calibre, como la 9mm, hasta fusiles.

Demandados No entraron en detalles sobre las ganancias generadas por su actividad, pero afirmaron ser muy activos y estar dispuestos a actuar en cualquier lugar.

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