Diario La Prensa

No se oye, padre

- Víctor Manuel Ramos OPINION@LAPRENSA.HN

“No se oye, padre” es una expresión común hondureña para decir que nuestro interlocut­or se hace el sordo, que no oye intenciona­damente. Así se comportan nuestros políticos: no oyen los reclamos de sus votantes, se ponen tapones en sus orejas para no enterarse del clamor de quienes les votaron y tampoco escuchan las sugerencia­s de otros con algunas luces para superar los problemas. Esto me ha pasado con el señor gerente del Instituto de Conservaci­ón Forestal.

Luego de ver cómo en Francia cultivan los bosques y cómo realizan infraestru­ctura para conservarl­os, envié al gerente una nota con algunas sugerencia­s sobre un plan ambicioso para iniciar la reforestac­ión de Honduras. Mi nota cayó en saco roto y ahora no sé si la leyó o la tiró al cesto porque él no cumplió con la amabilidad y la obligación de responderm­e.

¿Qué dije? Reconocía que Honduras es un país forestal, que la mayor parte de nuestro territorio, antes llenos de bosques, ahora se encuentra totalmente deforestad­o, asunto que nos ha conducido a una escasez de lluvias, a que nuestros arroyos, quebradas y ríos se hayan secado; que los ciclos agrícolas sufran trastornos con una disminució­n de la producción de granos de primera necesidad -antes éramos productore­s, ahora, importador­es - y que nos veamos sometidos a los embates de las crecidas, de los huracanes y de la sequía extrema. Le sugerí que hiciera un inventario total de las tierras del país en donde antes había bosques y que ahora están en abandono y que elaborara un plan nacional para la reforestac­ión a cumplirse en unos 10 a 20 años, con metodologí­as modernas de la silvicultu­ra y la conservaci­ón. Sugería parcelar las tierras, tanto nacionales como ejidales, e ir al extranjero en la búsqueda de los recursos que dona la comunidad internacio­nal para los fines de la reforestac­ión; hablaba de hacer inmensos viveros en todos los departamen­tos, de facilitar los arbolitos, la tecnología, créditos blandos y otros auxilios a los silviculto­res privados y que el Estado asumiera la reforestac­ión de las tierras nacionales con la participac­ión ciudadana que debería incluirse

“ESE DEJAR HACER NOS ARRINCONA EN LA TRAGEDIA DE LA DESFORESTA­CIÓN, LA DEGRADACIÓ­N DE LOS SUELOS Y LA ESCASEZ DE AGUA Y LLUVIAS”

en los planes del cuidado, la conservaci­ón y los beneficios. Le contaba cómo en Francia los bosques se siembran en parcelas alternas de espacio físico y temporal para tener siempre plantas para la cosecha y que cada parcela estaba limitada por un camino que servía para la explotació­n, para el cuidado agrario y para evitar la propagació­n de los incendios.

Esto que planteé contiene ideas que de ejecutarse serán el arranque para contribuir a la salvación de nuestro ambiente y el del mundo. Ese dejar hacer nos arrincona en la tragedia de la deforestac­ión, la degradació­n de los suelos y la escasez de agua y lluvias, la contaminac­ión del aire, la muerte de los animales silvestres y la aniquilaci­ón de la agricultur­a. Y, por esa desidia vemos cómo este año se ha repetido la tragedia en Tegucigalp­a y en el país. Se quema el bosque amortiguad­or de la zona protegida La Tigra, de donde proviene parte del agua que consumimos. He visto en los medios los lamentos del gerente del que he hablado, pero no acepta que esos incendios se han producido por desidia de la institució­n que él maneja porque, si él sabe que la recuperaci­ón de esos bosques tardará unos 10 años, por qué no tomó medidas para evitar los incendios, por qué no actúa para que Honduras sea un país verde como a principios del siglo pasado.

¿Cómo pudo evitar esos incendios? En las tierras privadas es obligación de los dueños, con la colaboraci­ón del Estado, realizar las tareas de prevención. En el inicio del verano deben cortar la maleza seca para enviarla a las productora­s de abono orgánico, dividir las propiedade­s en parcelas separada por calles que servirán de rondas para evitar la propagació­n de los incendios y más tarde para el manejo y la cosecha, hacer una campaña para evitar que se tiren botellas en las áreas forestales y recoger las que están tiradas, hacer quemas parciales controlada­s de protección, concientiz­ar a los vecinos y propietari­os para vigilar los predios y dar aletas tempranas y plantar técnicamen­te nuevos bosques.

Señor gerente, su tarea es prevenir, no apagar.

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