Diario La Prensa

No se detiene

- Róger Martínez Miralda OPINION@LAPRENSA.HN

Cuando ya ha transcurri­do la cuarta parte del año es común oír decir que el año va volando. Y es cierto: los días, las semanas y los meses pasan veloces, sin que a veces seamos capaces de reflexiona­r sobre la manera en que estamos aprovechan­do el tiempo o si solo nos dedicamos a matarlo; y eso de “matar el tiempo” es un delito que debería ser penado por la ley.

Y aprovechar el tiempo no solo consiste en mantenerno­s ocupados, en movernos, en ir de un sitio a otro. El tiempo bien aprovechad­o es aquel en el que procuramos trabajar a conciencia, en el que ponemos todo el esfuerzo que nos es posible para hacer bien las cosas, en cuidar lo que hacemos hasta en su último detalle. El chambón, el chapucero, por mucho que haga ruido, no sabe aprovechar el tiempo, porque, al final, el resultado de su labor no será la esperada y, muchas veces, será inútil.

Tampoco hay que olvidar que trabajo no solo es aquella actividad por la que recibimos algún tipo de remuneraci­ón o recompensa; toda actividad que implica cierto esfuerzo ya es trabajo. Por eso debemos hacer siempre lo posible por buscar la perfección en todo lo que hagamos: preparar los alimentos, regar las plantas, lavar el carro o conducirlo, ordenar la habitación, limpiar o sacudir.

“DEBEMOS HACER SIEMPRE LO POSIBLE POR BUSCAR LA PERFECCIÓN EN TODO LO QUE HAGAMOS: PREPARAR LOS ALIMENTOS, REGAR LAS PLANTAS”

Las personas somos una unidad, no estamos divididos en compartimi­entos estancos, de ahí que sería raro que fuéramos ordenados y eficientes en la oficina y desastroso­s en la casa. Ahora que hemos comenzado abril, en este 2024 que no se detiene; como tampoco se detuvo el 2023 ni se detendrá el 2025, debemos hacer una pausa, aunque sea breve, para analizar si solo estamos consumiend­o aire, o quitándole la paciencia a los demás, u ocupando un espacio en el universo, sin tener un plan de vuelo, un proyecto de mejora personal, un norte hacia el que apuntar. Los días, las semanas, los meses y los años pueden transcurri­r sin que produzcan un efecto positivo en nosotros. Y, lo he dicho y lo repito, no somos islas y lo que hacemos impacta en los demás, para bien o para mal. De modo que lo que hagamos para ser mejores personas influirá positivame­nte sobre los que nos rodean, y el tiempo que perdamos o la dejadez en nuestro comportami­ento lo hará negativame­nte.

Así que, antes que se termine abril, veamos hacia atrás, y, sin lamentacio­nes, rectifique­mos la ruta si estuviera torcida para luego mirar hacia adelante, que es lo que importa y lo que le dará sentido a nuestra vida y a la de los demás: familia, colegas y amigos.

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