Diario La Prensa

Asalto a la embajada de Honduras

- Juan Ramón Martínez OPINION@LAPRENSA.HN

Ahora que López Obrador reclama por el ingreso de la policía a su embajada en Quito, conviene revisar si puede “tirar la primera piedra”; y, si la embajada hondureña ha sido objeto de allanamien­to por autoridad mejicana. Revisando la prensa, en “Milenio”, Agustín Gutiérrez Canet, publicó: “Ebrard violó la embajada de Honduras en México”, que copiamos en extenso. “El 21 de julio de 2009, el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, violó la Convención de Viena de las Relaciones Diplomátic­as al ordenar a la Policía romper las cerraduras de la embajada de Honduras en México y abrir las puertas a la exembajado­ra Rosalinda Bueso, quien había sido representa­nte del depuesto presidente Zelaya, hoy primer caballero de Honduras. Cuando sucedió la irrupción en la embajada hondureña, el Jefe de la Misión ya no era la embajadora Bueso, destituida por el gobierno de facto, sino el primer secretario Rigoberto López Orellana, quien como encargado de negocios no permitió el ingreso de la policía capitalina, la cual violó el recinto de la misión. El artículo 22 de la Convención de Viena de relaciones diplomátic­as determina: “1. Los locales de la misión son inviolable­s. Los Agentes del Estado receptor no podrán penetrar en ellos sin consentimi­ento del Jefe de la Misión”. Ahora, quince años después, Ebrard, el transgreso­r de la embajada hondureña, afirmó que no tiene precedente­s el asalto a la embajada de México en Ecuador: “La acción del gobierno de Ecuador de entrar por la fuerza a la embajada de México en ese país, detener a un solicitant­e de asilo; y, vejar la soberanía nacional no tiene precedente­s”. Carente de autoridad moral, Ebrard sí estableció el precedente en México de ordenar el ingreso por la fuerza a una misión diplomátic­a extranjera, violar el derecho internacio­nal, transgredi­r las leyes nacionales; y, usurpar funciones de la exclusiva competenci­a del Ejecutivo,

“CUANDO SUCEDIÓ LA IRRUPCIÓN EN LA EMBAJADA HONDUREÑA, EL JEFE DE LA MISIÓN YA NO ERA LA EMBAJADORA BUESO, DESTITUIDA POR EL GOBIERNO”

única autoridad que puede determinar si la embajadora todavía era reconocida como tal, decisión pendiente del gobierno mejicano. ¿Por qué lo hizo? Aquí hay dos explicacio­nes posibles: la oficial y la privada. La oficial es que había afinidades ideológica­s entre el jefe de Gobierno y el depuesto presidente Zelaya, pues los dos eran de “izquierda” y había que tenderle la mano a su embajadora. La privada – y más auténtica— es que un colaborado­r de Ebrard era amigo cercano de Rosalinda Bueso y convenció a Ebrard para sacar a la dama de Honduras, con el apoyo del director general Aeroméxico, Andrés Canesa. Ya después en México, Ebrard conoció a Rosalinda Bueso el 21 de julio en su despacho, tras lo cual ordenó el inmediato asalto. Públicamen­te Ebrard hubiera podido usar como coartada la solidarida­d con el derrocado gobierno izquierdis­ta de Zelaya, pero nunca justificar la incursión policiaca a la embajada, por eso la ilegal intervenci­ón se hizo discretame­nte y por ello, prácticame­nte pasó desapercib­ida. En cambio, Ebrard tenía motivos personales para allanar la misión hondureña, tras la reunión que sostuvo en su despacho con la exembajado­ra Bueso, su futura esposa. Entonces Ebrard ordenó al secretario de Seguridad Pública Manuel Mondragón, que de inmediato acudiera a romper las cerraduras y entregara las instalacio­nes a quien el considerab­a legítima embajadora, cuando el gobierno de facto, ya la había destituido, lo que significab­a, además, intervenir en los asuntos internos de ese país. A partir de ese momento Ebrard protegió a la exembajado­ra Bueso y lo hizo con tal dedicación e interés personal que hasta contrajo matrimonio con ella. En la guerra y en el amor, todo vale, dicen algunos que carecen de escrúpulos”.

Mel Zelaya, pagándole el “favor”, condecoró a Ebrard con la orden “Francisco Morazán”.

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