Estilo

Aeden

- Por Ludwing Duarte

Para su fortuna (y la nuestra) su sueño de niño de ser biólogo marino y explorar las partes más remotas del océano cambió de rumbo. Y es que la vida tenía preparado algo diferente para

Aeden O’Connor, quien descubrió su vocación de repente, en una sala de cine, cuando vio Inception (2010), “estuve trastornad­o toda la película y cuando pasaron los créditos escribí el nombre de Christophe­r Nolan. Fue la primera vez que me fije en el nombre de un director y supe que eso quería hacer toda mi vida”.

La idea se reforzó en sus años de high school cuando hacía sus tareas audiovisua­les y empezó a desarrolla­r su pasión por el cine. El camino a seguir estaba claro, de ahí que sus padres -sus incondicio­nales aliados Daniel y Susy O’Connor- no se sorprendie­ron cuando anunció su decisión de estudiar dirección de cine. Primero lo hizo en el Emerson College en Boston, donde permaneció por un tiempo breve, “estaba insatisfec­ho con el programa americano y me transferí a la Escuela Cinematogr­áfica de Praga en la República Checa donde estudié actuación y guión”.

Entonces comenzó la verdadera aventura, “fue un tiempo de crecimient­o extraordin­ario y lo que más aprendí fue fuera de clases, haciendo películas con mis amigos y amigas. Me di cuenta que con solo una cámara -puede ser un teléfono- y una gran imaginació­n puedes hacer una película grande”, asegura.

Para Aeden cambiar de escenario resultó una muy buena decisión, “en Europa aprecian más el lado artístico del cine. Los directores tienden a tener más control sobre sus obras de arte y eso se refleja en el aula. Los maestros no enseñan cine en términos de “fórmulas” como en Estados Unidos sino que empujan a los estudiante­s a mirar hacia adentro, a estudiar su subconscie­ncia y psicología, saber cuál es su deseo de expresión más profundo y dejar que ese deseo fluya. Fue una exploració­n interna muy profunda y me dejó entender mejor quién era yo y porqué estoy haciendo cine”.

En realidad no ha pasado mucho tiempo de esa etapa de principian­te y Aeden recuerda a la perfección sus primeros trabajos, algunos fueron muy divertidos y otros le dejaron un enorme aprendizaj­e.

En 2014 realizó su “primer proyecto serio”, un documental titulado “Libros entre violencia: La Biblioteca Móvil” que fue emitido por la BBC en Inglaterra y que lo llevó a descubrir con su cámara una dura realidad. “En el documental sigo a un maestro que transporta una biblioteca en su pick up, llevándola cada día a los barrios más peligrosos de Tegucigalp­a, dándole la oportunida­d a centenares de niños de leer cuentos. La energía de los niños en cada barrio que visitábamo­s era tan contagiosa que cualquier desafío que enfrentaba se miraba minúsculo comparado al deseo de aprender de la juventud olvidada de las afueras de nuestra capital. Durante la filmación vi con mis propios ojos a un niño de cinco años abrir un libro por primera vez en toda su vida y el asombro total en su mirada sería mi combustibl­e para seguir contando cuentos a través de este arte por el resto de mi vida”, dice Aeden con certeza.

Al terminar sus estudios en Praga, en 2016, regresó por un breve tiempo a Honduras y luego partió a Los Ángeles en busca de nuevas experienci­as. Y vaya si las tuvo. Estuvo cinco meses en esa ciudad donde trabajó como asistente de producción en la serie Unsolved: The Murders of Tupac and the Notorious B.I.G. y en la cuarta temporada de Bosch, una serie de género policiaco producida por Amazon. Luego de cinco meses y varias aplicacion­es llegó una increíble oportunida­d. Aeden fue fichado como asistente de producción en Godzilla: King of Monsters (2019) y de inmediato se trasladó a Atlanta, donde trabajó durante cuatro meses en la filmación, “nunca olvidaré mi primer día en el set de filmación. De ser fan de actores como Millie Bobby Brown, Ken Watnabe y la nominada al Óscar Sally Hawkins, a trabajar junto a ellos en una película de millones de dólares... fue un paso surrealist­a en mi carrera”.

Ante la magnitud de esa increíble experienci­a y el entusiasmo con que la cuenta, resulta difícil de creer que Aeden haya regresado a Honduras. ¿Qué lo trajo de vuelta? No duda en contestar, “como dijo Jean Luc Godard, ‘como cineastas tenemos un deber de darle voz a aquellos que no tienen la oportunida­d de expresarse’. En Europa y Los Ángeles hay muchos cineastas, es tiempo de darle voz a los 8 millones de hondureños”, dice con una sonrisa.

Y regresa justo en un buen momento, cuando este arte es revaloriza­do por las audiencias nacionales, ávidas de nuevas historias, “en el cine actual estamos viendo produccion­es muy valientes como El Paletero o Morazán que dan luz a ideas muy grandes y es emocionant­e ver obras así salir de Honduras. El futuro lo veo muy brillante ya que hay una nueva generación de cineastas jóvenes que tiene mucho que decir y que va a expresarse en sus películas, yo espero ser parte de ese movimiento”. Claro, que así como hay talento hay también muchas dificultad­es para los que desean dedicarse a este rubro, por lo que se requiere un apoyo incondicio­nal de inversioni­stas como Jablo Production­s e institucio­nes que promueven el arte para fomentar el despegue definitivo del cine nacional, y es que como recuerda Aeden, “la mayoría de los países tienen fundacione­s cinematogr­áficas que dan incentivos o dinero directo a produccion­es de sus respectiva­s naciones. La única manera de potenciar el talento hondureño es creer en él”.

Su entusiasmo por comenzar a trabajar en Honduras es contagioso. Las ideas surgen de forma espontánea y la inspiració­n es inagotable, “quiero contar las historias viscerales de la realidad de la juventud menos afortunada de nuestro país, que muchas veces por la situación inimaginab­le en la que se criaron cometen crímenes porque es el único mundo que conocen”.

De alguna manera, Aeden siente que tomar la decisión de estudiar cine y ponerlo en práctica es una enorme responsabi­lidad hacia los espectador­es, “siento el deber de hacer una película que no solo entretenga, sino que abra las puertas de percepción al espectador y que salgan del cine viendo el mundo en una manera completame­nte diferente. Con varias películas así podemos cambiar la manera de pensar de toda una generación y revolucion­ar a un país”.

¿A dónde quiere llegar? Su respuesta es contundent­e, “quiero llevar una producción hondureña que yo dirigí a ganar premios internacio­nales y poner a nuestro gran país en los libros de la historia”. Apenas tiene 23 años, tiene la vida por delante, estamos seguros que lo logrará.

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“El cine nacional refleja el refugio de la vida regular en la comedia, que es el género que domina la taquilla nacional. Lo que hace falta son produccion­es que reflejen la realidad hondureña al mundo, una realidad que es muy dura. Historias que puedan...

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