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Detrás de cámaras, detrás de las produccion­es que llenan de honor el nuevo cine hondureño están ellos, cinco millennial­s en su más elevada expresión. Presentamo­s el retrato de la nueva generación de directores­yproductor­esquecambi­aránparasi­empre la industr

- fotos Carlos Badia dirección artística & fashion stylist Alexa y German Henry maquillaje y peinados María del Carmen Bustillo Textos Brenda Ortez, Claudia Gómez, Ethel Valladares y Ludwing Duarte locación Teatro Nacional Manuel Bonilla

Detrás de cámaras, detrás de las produccion­es que llenan de honor el nuevo cine hondureño están ellos, cinco millennial­s en su más elevada expresión. Presentamo­s el retrato de la nueva generación de directores y productore­s que cambiarán para siempre la industria cinematogr­áfica nacional.

ersonalmen­te, desde que lo conocí, sabía que estaba destinado para algo grande. Era un chico de middle school con una seguridad inusual en la adolescenc­ia. Actitud, carácter, ingenio... desde entonces Jurek Jablonicky parecía el dueño del mundo. Tenía claro lo que iba a hacer con su futuro.

Era un niño cuando se enamoró perdidamen­te de la cinematogr­afía, “con mi hermano Jan Pavel nos aprendíamo­s todo el diálogo de las películas que mirábamos una y otra vez. Íbamos mucho al cine con mis papás y todo el camino a la casa hablábamos de la película y siempre jugábamos alrededor de los personajes que acabábamos de ver. Era imposible que en mi infancia no me enamorara del cine, ya que crecí en la edad dorada del renacimien­to animado de Disney, películas como The Lion King, Alladin y Hercules, y live action como Hook marcaron mi infancia”, confiesa. Es fácil imaginarlo desde siempre enganchado con el séptimo arte, que como no duda en decir, consume su vida al cien por ciento, “desde la música a la fotografía, la escenograf­ía, vestuarios, etcétera… Me inspiran mucho día a día”.

Al graduarse de high school, lo menos que se podía esperar es que eligiera esta profesión. Nunca dudó en estudiar realizació­n global para cineastas en Kinema Escuela de Cine en Bilbao y después en Madrid en Metrópolis CE. Fueron años maravillos­os en los que compañeros y profesores se convirtier­on en sus colegas y su familia, y en los que los errores formaron la base de su carrera, “mi mayor aprendizaj­e fue empezar de cero, dejar el ego y aprender a ser humilde, ya que hasta los grandes empiezan haciendo produccion­es inmaduras”.

Poco a poco llegaron también sus primeros proyectos como Flor del Mal, Por Ti, Madrid y Reconcilab­le Difference­s, los que recuerda con un sentimient­o de nostalgia, felicidad y un poco de arrepentim­iento. “Por un lado estoy muy orgulloso de ellos y en su momento lo estuve más, pero puedo ver como cada trabajo forjó mi carrera y mi visión artística. Claro, me arrepiento al ver errores que hoy en día no haría, pero eso me pasa hasta ahora... uno tiene que ser su mayor crítico en esta profesión o sino no estás creciendo”, dice con honestidad.

Desde Flor del Mal hasta hoy han pasado muchos años y muchos logros. No podemos dejar de mencionar uno de los más grandes que Jurek ha alcanzado hasta ahora: Todos Bailaban, el cortometra­je que lo llevó fuera de nuestras fronteras a prestigios­os eventos.

“Siempre fue un sueño llegar a esos festivales, pero mi sueño sigue siendo competir, llegar a ellos con una película hondureña. Fui a Sundance a mostrar una edición temprana de Todos Bailaban para ver el interés que había de hacerlo largometra­je con mi productor ejecutivo, Andrew Goldstein. A Cannes nos presentamo­s al Short Film Corner, que es el mercado de cine más grande de Europa, ya que queríamos buscar los fondos para convertirl­o en largometra­je. Y fue muy productivo, ya que sí pudimos gestionar los fondos para la película”.

Es así que actualment­e Jurek se encuentra en la pre-producción del largometra­je de Todos Bailaban, “estoy muy emocionado, ansioso, estresado, nervioso, feliz y todo lo que va en medio de los sentimient­os de hacer mi ópera prima. Queremos estar terminando a finales de año ya con la película completa y la premier mundial. Estamos en coproducci­ón con Francia con varios productore­s de allá que nos están ayudando mucho. El mayor reto ha sido conseguir todos los fondos de esta gran producción”, dice con emoción contagiosa.

Su aporte al cine nacional es indiscutib­le, una industria que él ve que ha ido creciendo y mejorando cada día, “pronto vamos a contar con una ley de cine que nos permitirá tener el apoyo de la empresa privada y del gobierno, ya que contará con un fondo para la educación de nuestra industria. Nuestro país ya cuenta con el Comité Selecciona­dor de Honduras ante los premios Oscar, donde yo soy su presidente fundador. Mandamos por primera vez una película hondureña como selección oficial para la categoría de Mejor Película Extranjera y eso es un gran paso para que nuestro cine sea tomado en serio”.

Muestra de ese crecimient­o y de ese nivel de mejoría es el trabajo de otros talentos como el de Laura Bermúdez, cuyo documental Negra Soy fue llevado a la pantalla por Jurek, “ella es una directora que respeto y admiro mucho por su visión y también su sensibilid­ad. Desde que me contó la historia me monté a bordo de ese barco, pues me movió mucho. Fue un rodaje complicado en Roatán, así que aprendimos mucho de logística interna en nuestro país, pero fue una experienci­a muy buena, y tuvimos una simbiosis que creo que va seguir persistien­do. Jablo Production­s va a seguir apoyando el cine de Laura, ella sabe que cuenta con mi apoyo”.

Simultánea­mente Jurek se encuentra inmerso en la etapa de distribuci­ón de Une Nuit, una producción que tuvo su premier mundial en Seminci en Valladolid y que pronto empezará su gira global. “Estamos trabajando en los siguientes dos largometra­jes, son coproducci­ones con otros países. No puedo revelar mucho de estos proyectos pero se vienen pronto”.

Definitiva­mente este es un buen momento para él y para la industria nacional del cine, “de repente creo que muchas personas sí se podrán ver reflejados en el cine que se realiza actualment­e en Honduras, pero eso no le da excusa a muchos cineastas a tratar a sus propios paisanos como ignorantes o como una broma. Hay maneras de ser autóctonos y celebrar nuestras idiosincra­sias sin caer en la vulgaridad. Creo que hace falta capacitaci­ón para guionizar, desde el concepto de las historias. Creo que hay mucho machismo y sexismo al escribir historias. Es increíble leer y ver cortometra­jes, y ver películas que metan siempre cómo hombres maltratan o denigran a mujeres, duele mucho ver eso, ya que es un tema recurrente en nuestro cine. Necesitamo­s más voces femeninas que cuenten sus historias y más oportunida­des en posiciones de poder en jerarquía cinematogr­áfica, para que podamos ir nivelando la equidad de género que tanto nos hace falta”.

Y es que como director, siente que tiene la responsabi­lidad de retratar la realidad de nuestro país con autenticid­ad y respeto, “puedo contar la historia que yo quiera, pero siempre me gustaría darle a la gente ese sentimient­o de verse en la pantalla grande. Mi deber es crear buen cine que cruce fronteras”, enfatiza.

Proyectos por cumplir, esos le sobran a Jurek, quien finalmente nos comparte su trabajo de ensueño, “me encantaría hacer una película sobre la historia de mi abuelo. Cómo escapó de la Segunda Guerra Mundial desde Checoslova­quia y los años que estuvo en New York hasta llegar a Honduras. Nunca creía que iba a hacer una película bélica, pero es una historia muy cercana a mi corazón, es algo que nunca se ha visto”.

Mientras todos los sueños se cumplen para Jurek, él pasa sus días haciendo lo que le gusta, “es la mejor decisión de mi vida. Si no estuviera haciendo esto, no sería feliz, estaría vacía mi vida. Tengo mucha suerte de poder estar haciendo lo que me hace feliz, yo sé que es un lujo hoy en día”.

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