Verano en la provenza
Los paisajes más fascinantes de Francia están en la Provenza, que pintada en los mágicos tonos de la lavanda surge maravillosa,
casi surrealista. Aquí, 7 imperdibles para que tu próximo viaje
Es imposible no maravillarse ante la belleza de la Provenza. Pintada en los mágicos tonos de la lavanda, emerge con sus ruinas antiguas, castillos imponentes, naturaleza y pintorescos pueblos -los más bonitos de Francia- donde el tiempo se detuvo para siempre. El verano es la mejor temporada para recorrerla, solo necesitas espíritu de aventura y toda la información necesaria para no perderte de sus encantos. No todos aparecen en las guías de turismo, así que conversa también con los lugareños, si escuchas sus recomendaciones podrías llevarte más de alguna sorpresa. Aquí algunos imperdibles para tu próximo viaje a la Provenza. 1. Aventura en el tren. París será con certeza tu punto de partida. Para llegar a la Provenza desplázate como un local y viaja en el TGV, uno de los trenes más veloces de Francia. Siente la brisa campestre de Borgoña, contempla los paisajes que inspiraron a Van Gogh y Cezanne. Al llegar a la ciudad de Dijon puedes hacer una pausa para almorzar y recorrer a pie su hermoso centro histórico. 2. Clases de cocina en Marsella. Urbana y vibrante, Marsella es la segunda ciudad más grande de Francia tras París. Se encuentra en una ensenada en la costa y es una ciudad portuaria importante. Los marselleses aprecian la gastronomía y aprovechan el clima ideal que tienen; la proximidad del mar y la frescura de sus productos para unir los sabores terrestres a los marinos y hacer de su cocina un arte. No pierdas la oportunidad de tomar unas clases privadas de cocina en lugares como L’Atelier des Chefs, donde seguro aprenderás a preparar una clásica Bouillabaisse con pescados de la zona.
3. Descubrir el encanto medieval de Avignon. Esta es sin duda la ciudad con el casco histórico más impresionante de la región. No puedes perderte la belleza del conjunto medieval que conforman El Palacio de los Papas, el Puente de Avignon, la Catedral de Notre-Dame-des-Doms, el Petit Palais y las murallas de la ciudad. Una caminata por sus calles antiguas es un must.
4. Paseo en bote por la Venecia de la Provenza.
Un viaje a L’Isle sur la Sorgue, ubicada literalmente sobre el río Sorgue, es obligatorio para cualquier viajero. Sus cafés a la orilla del río, los mercados flotantes de flores y frutas, molinos de agua y sus famosos anticuarios te cautivarán. Lleva espacio en la maleta, ya que te resultará imposible salir de ahí sin caer en la tentación de llevarte más de alguna de las mil maravillas que se encuentran en este pequeño pueblo repleto de antigüedades y objetos de todos los tiempos.
5. Recor dosa pie po Aix-en-Provence.
Es una de las ciudades más elegantes de tod el país. Su ambiente burgués, un fantástico patri monio cultural y arquitect
co, y sus famosas fuentes son su jores cartas de presentación. La avenida Cours Mirabeau es un refe
ncia neludible de la ciudad. Se trata del corazón ismo de
x, ya que atraviesa el centro de la urbe.Sus árboles en fila y sus cafecitos co terrazas se alterna co libreríasy anticuarios, en una atmósfera tradicional que te cautivará. Desde la ciudad puedes tomar un tour hacia Plateau de Valensole, los campos de lavanda más grandes de Provenza .
6. Atardecer en Gordes.
Difícilmente haya en el mundo otro lugar igual a este pueblo colgante, situado en lo alto de una colina. Al verlo te quedarássin aliento y entenderás de inmediato orqué es considerado uno de los más
nitos de toda Europa Su casas de piedra y tejados terracota son fotografiados por millones de turistas cada año, que buscan transportarse en el tiempo entre sus calles adoquinadas, castillos y escenarios medievales.
7. Los campos de lavanda en la Abadía de Senanque.
Aunque los campos de lavanda son una constante a lo largo de la Provenza, no puedes dejar de conocer los que rodean la espectacular Abadía de Senanque, al norte de Gordes. Se trata de un monasterio cisterciense que en los últimos años ha sido ocupado otra vez por monjes de esta orden y que se dedican al cultivo de la lavanda. Éste, entre junio y julio, cobra una tonalidad violeta más intensa, casi surrealista. Procura que tu visita sea muy temprano en la mañana o al atardecer, cuando la afluencia de turistas es menor.