GISELLE DOWNING heroína REAL
“Un diagnóstico de CÁNCER de mama no es una SENTENCIA de muerte, es un OBSTÁCULO en el camino”
Nada la preparó para ese día. Era el 10 de octubre de 2012 y Giselle Downing-Paz se encontraba inmersa en las actividades del mes de la lucha contra el cáncer de mama, en las que participaba entusiasta hacía poco más de una década. Como todos los meses de octubre se hacía su chequeo rutinario porque no le parecía honesto ofrecer charlas a las mujeres sobre la importancia de la detección temprana sin dar primero el ejemplo. Esa mañana, su esposo, el doctor Carlos Paz Haslam la examinó cuidadosamente mientras conversaban. De repente, el reconocido especialista en radiología guardó silencio y el instinto de Giselle le advirtió que algo no estaba bien. Él le detectó una masa sólida en uno de sus senos, la que inmediatamente después fue confirmada en una mamografía. El doctor Paz llamó a Manuel Maldonado, mastólogo-oncólogo, quien confirmó el diagnóstico. Se realizaron las pruebas pertinentes y para sorpresa de todos el resultado fue positivo, Giselle tenía cáncer de mama. Parecía una ironía de la vida, una broma del destino para una mujer que como voluntaria había dedicado años a luchar contra esa enfermedad, “para mí fue una enorme sorpresa pues a pesar que tenía varios familiares que habían pasado por eso, -dos años antes le había sucedido a mi mamá-, nunca pensé que un día me tocaría a mí porque me sentía completamente sana y me hacía chequeos cada seis meses. No fue fácil asimilar la noticia y además tener que compartirla con mis hijos, familia y amigos pero hubo que afrontar con valentía la situación y tomar decisiones”, recuerda. De ahí en adelante, nada volvería a ser igual, “en ese momento pensé que el tiempo se había detenido. Lo que antes tenía sentido ya no me preocupaba pues mi enfoque de vida había cambiado radicalmente debido a la enfermedad. Y aunque sabía que podía salir adelante el temor era latente”.
Para su sorpresa, el siguiente paso, por recomendación del doctor Maldonado, fue someterse a una mastectomía bilateral total, “o sea, en palabras comunes, me quitaron completamente las dos mamas”. Fue una cirugía de siete horas con una recuperación larga y muy dura, recuerda, “dormí dos meses en una silla porque no podía acostarme del dolor, eso me abrumaba pero valió la pena”. Lo más increíble fue que al enviar las muestras para el respectivo estudio encontraron que la otra mama ya estaba afectada por la enfermedad. “Por eso digo que Dios es maravilloso, Él puso al doctor Maldonado la idea de realizar ese procedimiento, fue algo impresionante, ahí sentí que Dios estaba en el asunto”, asegura. Los efectos secundarios de la cirugía y el tratamiento no tardaron en llegar, “yo estaba un poco vulnerable y me afectó psicológicamente pues me daba pena que mi esposo me viera desnuda. Aunque he sido una persona muy segura de mí misma eso me afectó mucho pues los senos son parte de nuestro cuerpo, pero gracias a Dios con el tiempo logré superar el trauma. La mujer debe tener mente positiva para aceptar lo que no puede cambiar y si bien es cierto que los senos son una parte hermosa de nuestro cuerpo, no lo son todo”.
Ese fue apenas uno de los cambios que llegó a la vida de nuestra entrevistada después del diagnóstico, sin embargo sacó fuerzas de flaqueza y decidió emprender el camino de recuperación con una actitud triunfadora, “realmente el cáncer te marca y aunque uno no vuelve a ser la misma persona, lo más importante es la oportunidad que Dios te regala para hacer algo positivo en tu vida y la de los que están a tu alrededor. El hecho de saber que el cáncer te puede robar el aliento te hace valorar todo y las cosas que antes no tenían valor o poca importancia, ahora lo tienen por pequeñas que sean. Por eso me enfoco en disfrutar el presente”. ¿Cómo puede ayudar a cambiar nuestra percepción de la vida una enfermedad que amenaza con quitárnosla? Giselle parece tener la respuesta precisa, “en lo personal este proceso me ha ayudado a crecer espiritualmente. Y aunque yo decía y creía que tenía una relación con Dios, no era así. Cuando te entregas en sus manos, Él llega y remueve las fibras de tu ser, te desacomoda de tu zona de confort y te hace una nueva persona, mejor de lo que eras antes de conocerlo personalmente”.