Estados frágiles, en riesgo de perder el control
Costa Rica y Panamá se ubican en las mejores posiciones en la región, mientras Guatemala tiene la evaluación más deficiente de Latinoamérica
Al oír las palabras Estado fallido, nuestra visión se llena probablemente de una serie de imágenes inquebrantables. Hay pobreza, inseguridad y desprecio a la dignidad humana. Familias que luchan por su supervivencia y regímenes políticos que luchan por prolongar su poder. Algunos Estados débiles no son más que aspiraciones geográficas en un mapa, llenas de pobreza y miseria. Otros son, en todo caso, demasiado fuertes. Este es el mundo del Estado frágil, un mundo que es una siniestra realidad para un porcentaje aterrador de la población global. La cuarta parte de los seres humanos que viven en el mundo lo hace en los 60 países peor clasificados en el Índice de Estados Fallidos”.
Así describen este fenómeno la organización independiente de investigación Fondo por la Paz y la revista Foreign Policy, las cuales presentan cada año el Índice de Estados Fallidos, con una cobertura de 178 países.
Como parte del seguimiento que le da a los índices de comparación internacional, FUNDESA analiza los resultados presentados para los países de la región en este indicador, contrastando la evaluación con las reformas que se han llevado a cabo y con las iniciativas que pueden emprenderse para contrarrestar el riesgo de convertirse en un Estado débil.
El término hace referencia a una serie de condiciones que conllevan al debilitamiento del gobierno en relación a la demanda económica, política y social que hace la sociedad. Se busca evaluar si los Estados responden eficientemente a su función, consistiendo ésta en el abordaje de una serie de elementos que se listan como componentes dentro del índice.
Adicionalmente, el índice califica de esta manera a aquel Estado en donde el gobierno ha perdido control efectivo sobre su territorio, enfatizando la importancia de la protección de las democracias. Definir una evaluación objetiva del término, identificando claramente los aspectos que son tomados en cuenta, contribuye de gran manera a la definición de prioridades dentro de las agendas de gobierno y de nación.
Más específicamente, el término también se utiliza en el sentido de un Estado que se ha hecho ineficaz de cumplir las funciones que le han sido asignadas en materia de seguridad, justicia, transparencia y desarrollo social y económico.
El mayor énfasis que se hace a este respecto es la capacidad con la que cuenta un Estado para hacer cumplir las leyes de forma uniforme, manifestándose su incapacidad en las altas tasas de criminalidad, corrupción extrema, un extenso mercado informal, burocracia impenetrable, ineficacia judicial, interferencia militar en la política y aquellas situaciones en las cuales la sociedad se ve obligada a subsanar de forma independiente las tareas pendientes que el Estado no ha podido llevar a cabo con éxito.
¿QUÉ EVALÚA EL ÍNDICE?
La evaluación del índice consiste en la integración de los resultados obtenidos por los países en cada uno de los 12 elementos evaluados por parte de Fondo por la Paz y la revista Foreign Policy como factores determinantes que miden las vulnerabilidades que poseen las naciones del mundo.
Para la evaluación se procede al monitoreo de estas variables de carácter social, económico y político/militar, que presentan un marco de referencia para realizar una descripción de la situación presente y brindar recomendaciones oportunas antes de que los Estados colapsen. (Ver recuadro 12 elementos evaluados).
Cada una de estas variables se evalúa en una escala de 1 a 10, representando el 10 una mayor amenaza a la estabilidad política del Estado. Luego de calificar cada una de las variables, el índice se obtiene de la suma de los 12 elementos, considerándose un mayor grado de falencia del Estado en la medida que se obtiene una puntuación más alta. Posteriormente, se ordenan los países en forma descendente en un ranking, ubicándose en cada una de las siguientes categorías:
• 120.0–90 puntos: Estados en alerta (considerados netamente fallidos)
• 89.9–60 puntos: Estados en advertencia (posibilidad próxima a ser considerados fallidos)
• 59.9–30 puntos: Estados estables (políticamente estables)
• 29.9–0 puntos: Estados sostenibles (social, económica y políticamente estables)
RESULTADOS PARA CENTROAMÉRICA
En la evaluación más reciente del índice (publicada en junio del 2016), Centroamérica presenta situaciones variadas, debido a que de los seis países, Costa Rica y Panamá cuentan con una evaluación relativamente positiva; El Salvador, Nicaragua y Honduras presentan algunas deficiencias, mientras que, Guatemala se encuentra en peligro de considerarse Estado Fallido, siendo de hecho la evaluación más deficiente de la región latinoamericana. (Ver recuadro Evaluación por Indicador).
Cada uno de estos indicadores implica situaciones que contribuyen a la debilidad del Estado, haciéndose evidente que, en la medida en que cada
variable tiene una evaluación cercana a 10, la situación se agrava. Es así como, mientras menor sea la posición del país en el ranking, más próximo a convertirse en un Estado Fallido.
Analíticamente, es posible identificar que las mayores deficiencias en los países de la región se agrupan en los indicadores económicos, aquellos en donde mayores tareas pendientes quedan por realizar para fortalecer su funcionamiento. En los indicadores económicos se incluyen variables como pobreza, el desarrollo económico y las condiciones económicas.
HALLAZGOS Y CONCLUSIONES
• Respecto de los países considerados como Estados Fallidos, en primer lugar se encuentra Somalia, acompañado del único país del hemisferio occidental que aparece en esta categoría: Haití, en la posición 10. En estos países la combinación de una ausencia total de un estado de derecho, un gobierno inefectivo, actividades de terrorismo, crimen y un subdesarrollo abismal, hace que se les llame a considerar una reestructuración de base, replanteando la visión de país a futuro.
• Dentro de la categoría denominada en advertencia de convertirse en Estados Fallidos se ubica el grueso de países latinoamericanos (aunque en diferentes grados), con casos como Guatemala en la posición 61, Venezuela en la posición 63, Colombia en la posición 67, Honduras en la 68 y en mejores posiciones Nicaragua (71), Bolivia (75) y Ecuador (84).
• En lo que respecta a los países políticamente más estables, dentro de la categoría de moderados, se encuentran Panamá, situándose en la posición 133, seguido de Argentina en la posición 140, acompañados de Costa Rica en la 142 y Chile en la 150. Uruguay ostenta el primer lugar de la región en la posición 155.
• Por último, es importante señalar que Canadá es el único país del continente que se ubica en la categoría de Estados Sostenibles, siendo Finlandia el país mejor evaluado a nivel mundial.
• En América Latina, sólo Uruguay y Chile están entre los 30 países más estables.
Como parte de la metodología usada por las instituciones que elaboran el índice, se listan una serie de recomendaciones sobre cada uno de los grupos de indicadores, que hacen hincapié en aquellas características cualitativas que merecen ser tomadas en cuenta para plantear planes de trabajo orientados a mejorar la situación de los países.
Analizando el rendimiento de la región se aprecia que, en promedio, el único de los 12 indicadores que tiene un desempeño aceptable (con una calificación de menos de 6 puntos en todos los países) es el de Refugiados y Desplazados. Por el contrario, existen tres indicadores muy preocupantes, sobre los cuales hay que poner especial atención, ya que son los que presentan una calificación más alta (7.4, 6.3, y 6.3 respectivamente):
a) Desarrollo económico desigual: Desarrollo desigual en los grupos sociales según el patrón de participación en el consumo, trabajo, nivel de educación y mortalidad infantil.
b) Servicios públicos: Este aspecto es sumamente importante porque denota la presión que se ejerce sobre los Estados para proveer servicios públicos de mejor calidad en cada uno de los países.
c) Migraciones y fugas humanas: Este aspecto denota la problemática de los migrantes hacia otros países, especialmente relevante en los países del triángulo norte de Centroamérica
A manera de conclusión, los puntos sobre los cuales quedan retos pendientes son aquellos que hacen referencia al eje central de trabajo del Estado, siendo las funciones de seguridad y justicia las que deben ser revaloradas y reestructuradas para contar con el apoyo y la credibilidad necesarias. Asimismo, no hay que perder de vista la debilidad institucional y política que padecen algunos países como Guatemala, Honduras y Nicaragua, ni olvidar la preocupante situación de narcotráfico, violencia y falta de seguridad que se cierne sobre toda la región.
Pero más importante aún, es la falta de estrategias claras para lograr un desarrollo económico y social que evite la constante migración de personas, principalmente hacia Estados Unidos. En definitiva, estos factores pueden generar inestabilidad en la región, teniendo como consecuencia directa un impacto negativo en la seguridad ciudadana y el desarrollo de las personas